EE.UU vs China: claves para entender la hostilidad económica
Por Franco Vanni/El Furgón – “China no tiene miedo y no va a retroceder ante una guerra comercial. China está confiada y es capaz de hacer frente a cualquier desafío. Si EE.UU inicia una guerra comercial, China va a combatir hasta el final y defenderá sus propios legítimos intereses con todas las medidas necesarias”. Así lo manifestó Cui Tiankai, embajador chino en los Estados Unidos, con respecto a la suba de aranceles decretada por Donald Trump a una serie de productos provenientes del gigante asiático.
- ¿Cómo se llegó a semejante escalada de tensión entre las mayores potencias económicas del planeta?
Hace unas semanas el presidente americano decretó una suba arancelaria de un 25% únicamente a productos chinos, que van desde el acero y el aluminio, hasta zapatos y ropa, llegando a la tecnología de punta; medida que alcanzaría los USD 60.000 millones totales. El gobierno oriental, en cambio, decidió instar al dialogo entre ambas naciones. Si los acontecimientos siguen la marcha prevista, las autoridades chinas avisaron que responderán con un impuesto de USD 3.000 millones a diferentes importaciones provenientes de EE.UU, con el fin de compensar tan solo el aumento de aranceles sobre sus productos de acero y aluminio.
- ¿Qué busca Trump con la elevación arancelaria?
Con su retorica proteccionista, y amparado por la investigación del Departamento de Comercio, Trump sostiene que China negocia sobre condiciones desiguales de las que siempre sale favorecida, grava con impuestos altísimos a las compañías del país del Norte, las obliga a compartir sus secretos para acceder a su mercado, y roba información mediante técnicas de intrusión cibernética.
Un alto funcionario alineado con el gabinete de Trump le dijo a El País: ”No buscan el comercio justo. Sino que usan sus empresas como parte de su política, incluida la militar”. Sin embargo, el mayor objetivo de la ofensiva americana es reducir el déficit fiscal con su contraparte asiática, el cual ronda los USD 375.000 millones. Con aquel superávit, los chinos se han dedicado desde hace más de una década a comprar bonos del Tesoro de EE.UU, equivalentes al 19% de su deuda en manos extranjeras. Una de las mayores armas que posee Pekín para presionar a sus adversarios es esta última, ya que si dejasen de comprar bonos, las tasas de interés se dispararían, cortando el grifo de la reactivación económica y derribando el slogan político “Make America Great Again”. Sin embargo, este parece un escenario poco probable ya que el Yuan necesita de los bonos para mantenerse con una cotización baja, lo que permite subsidiar sus exportaciones en el mercado estadounidense, y hacer competitivos sus productos con bajos precios.
- ¿Qué respuesta dio la comunidad internacional ante el supuesto inicio de una guerra económica?
Por un lado, las bolsas del mundo registraron grandes bajas por el nerviosismo que generó la crisis. Wall Street también sufrió una de sus peores caídas en los últimos dos años. Así mismo, las Bolsas de Londres, París y Tokio, por dar solo algunos ejemplos significativos, cerraron en varias jornadas con grandes retrocesos.
Por otro lado, países de la Unión Europea, así como Brasil y Argentina, pidieron estar exentos de los gravámenes arancelarios, y lo lograron, más no por la bondad de la administración Trump, sino por su necesidad estratégica de tomar un descanso en el frente occidental, apuntando con mayor tranquilidad a debilitar al gran objetivo de la época.
- ¿Cuál es el as que tiene bajo la manga la administración China?
Un gran golpe a la economía norteamericana, que incluso podría mover la balanza de la contienda comercial a favor de Pekín, sería la consolidación de la Nueva Ruta de la Seda, un proyecto promovido por la administración que responde a Xi Jinping en el año 2013, que debería llegar a su fin en el 2025. Se trata del tendido de una red de infraestructuras y comunicaciones, en pos de crear un armazón de cooperación económica que conecte a varias naciones de África, Europa y Asia, reeditando las antiguas vías comerciales de la Ruta de la Seda. Según Vesti Finance, es el plan de construcción más grande de la historia.
Para alcanzar su objetivo, el gobierno oriental produce un cambio de timón respecto a la hegemonía del dólar en las transacciones a nivel mundial: rompe con la tradición del “petrodólar”, vigente desde los 70’, para que los países puedan cambiar oro por petróleo, deshaciéndose así de la obligación de conseguir la divisa norteamericana para comprar el combustible fósil. Esto debilitará enormemente a la económica estadounidense, ya que varias naciones planean seguir la “alternativa dorada” que proponen los chinos. Según Vesti Finance, comienza una contraofensiva de dimensiones globales en pos de terminar con la discutida hegemonía de Washington sobre el comercio internacional.
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