domingo, octubre 6, 2024
Nacionales

Crónica de siluetazos en contextos de lucha

Rodrigo Gómez Tortosa*/ El Furgón – El Siluetazo, el camino a la impunidad, concentró el pasado fin de semana a cientos de personas en la puerta del Bosque Peralta Ramos. Como estos viejos nuevos tiempos lo requieren, el siluetazo revive las históricas intervenciones artísticas realizadas hacia 1983, donde artistas y organismos de derechos humanos colocaban contornos con nombres de personas desaparecidas en la Plaza de Mayo.

Repetir historias. Erigir nuevas resistencias.  Sentir angustia o esperanza y  revivir las mismas luchas. La prisión domiciliaria de Miguel Osvaldo Etchecolatz encontró nuevamente a compañeros y compañeras unidos para afrontar el horror del pasado.

No fue un genocida más. Ente desprovisto de toda humanidad y responsable de la Noche de los lápices y las dos desapariciones de Julio López, diseñó y ejecutó el secuestro, asesinato y tortura de miles de personas. Como Director General de Investigaciones de la Policía Bonaerense (1976-1979), Etchecolatz  tuvo a cargo al menos 21 Centros clandestinos de detención en la Provincia de Buenos Aires.

Fue sin lugar a duda uno de los constructores del plan sistemático de exterminio de las Fuerzas Armadas. Nunca se arrepintió, ni pidió perdón. Tampoco reveló el destino de los detenidos desaparecidos. En todas sus declaraciones y escritos siempre reivindicó su accionar como asesino y  persecutor de ideas nobles. Fue recordado por el mensaje mafioso escrito en un papel durante la condena por su responsabilidad en el Centro Clandestino La Cacha en 2014: decía “Jorge Julio López, Secuestrar”.

En Mar del Plata, una demostración que se suma a otras cientos que se dieron desde la recuperación de la democracia, nos encontramos miles de personas de cada rincón del país para decir no a la impunidad y al beneficio de la prisión domiciliaria para los genocidas. El grito de Nunca Más estuvo tan presente como siempre, pero esta vez resonaba dentro y fuera de la casa de Etchecolatz.

Como parte del todo, fortuito destino. Transité una de las manifestaciones de amor y lucha más fuertes que he vivido. El impedimento policial para realizar el camino lógico generó un intervalo en la organización y a la vez un circunstancial espacio de encuentro entre los presentes. En ese contexto a la vera del repudio a la impunidad, nacieron nuevos vínculos, anécdotas y emociones.

Segundos luego de que fuera tomada una foto con Pablo Pimentel –referente y compañero de lucha que solo se iguala tal vez a la figura de su padre, el histórico Eduardo Pimentel-, se aproxima a mí una mujer joven. Con un gesto entre sonrisa y llanto me dijo que la silueta que tenía en mis manos era la de su padre, Luis Julio Piriz. Inmediatamente un frío recorrió mi espalda. Veo a la quien era hace segundos la fotógrafa alejarse ocultando la cara, sin poder disimular sus lágrimas. No logro decir nada, solo mirar aquella mujer y recibir su abrazo. Me agradece haber traído la silueta al Bosque. Luego se la entregué. Sé que estará mejor en sus brazos, la silueta ya no es más de cartón; tiene más historia y vida que todos los que estamos allí.

Luis fue un comprometido militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y periodista de los diarios La Opinión y El Mundo que desapareció el 26 de mayo de 1976. El  responsable de su desaparición es quien hoy tiene arresto domiciliario en el Bosque.

Hora después de ese encuentro, vuelvo a encontrarme a esa mujer colocando la silueta sobre un árbol  al costado del camino que tiene el largo recorrido hacia la casa del genocida. Me acerco.  Soy yo quien la recibe esta vez con un abrazo. Le pregunto su nombre y me responde que es Paula. Nos despedimos entre sonrisas y palabras de afecto. No sé si volveré a ver a Paula, pero sí sé que nuestro encuentro dejó en mí una enseñanza de fuerza.

De regreso por la ruta, me entero junto a mis compañeras que la mujer que había sufrido una amenaza con un Falcón Verde días atrás era Paula. Etchecolatz, Wolk o cuanto genocida ande suelto por el Bosque no parece amedrentar su espíritu de lucha. 

Paula y su madre Susana continuarán reclamando por Memoria, Verdad y Justicia para Luis y los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos. Con ellas, con abrazos, con algunos llantos y cada vez más sonrisas,  continuaremos edificando vida. Porque un pueblo con memoria, es un pueblo con futuro. 

Luis Julio Piriz y 30.000 compañer@s ¡Presentes! ¡Ahora y Siempre!

*Politólogo y abogado. Integrante de la APDH-LA MATANZA y de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos y Coalición Internacional contra la Desaparición Forzada.  

Fotos: Paz Azner