“¡Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar!”
Leandro Albani/El Furgón* – Cuando Nora Cortiñas se acerca a la columna de personas frente al Congreso de la Nación, los murmullos aumentan de volumen y en apenas unos segundos son arrasados por los aplausos. Nora, de Madres de Plaza de Mayo –Línea Fundadora-, abraza a cada uno de los familiares de los pibes y las pibas víctimas del gatillo fácil. En esos abrazos hay agradecimientos, palabras, lágrimas, hay una fuerza mutua que se encuentra en una ciudad de cielo gris y dudosa sensibilidad.
Es lunes, la humedad trepa por los edificios, los nubarrones presagian lluvia, pero en la plaza de los Dos Congresos nadie detiene a las cientos de personas que caminan y corean consignas contra la policía. La tercer Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil se mueve sin vacilaciones hacia la Casa Rosada, para demandar justicia por los casi 5.000 asesinatos cometidos por las fuerzas policiales desde la vuelta de la democracia. Desde que el gobierno de Cambiemos asumió hace dos años, se calcula una muerte cada 25 horas. La Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) recientemente reveló que el 47 por ciento de las muertes son producto de la represión estatal, que se da a través de los fusilamientos de gatillo fácil. CORREPI detalló que otro 39 por ciento se trata de personas privadas de su libertad que pueden haber muerto en cárceles o, incluso, en patrulleros. La organización señaló que ser joven y ser pobre es la primera causa para morir en manos del Estado: el 49 por ciento de estas muertes alcanzan a jóvenes de entre 15 a 25 años, y el 27 por ciento de 16 a 35 años.
Todos los casos de gatillo fácil tienen puntos en común: las víctimas son adolescentes o jóvenes, de zonas humildes, pibes y pibas sentenciados por la policía por “portación de rostro”. Esos rostros son los que cortan el cielo oscuro de Buenos Aires. Se levantan sobre la marcha, se mueven, se mezclan los nombres. Las banderas flamean, suenan bombos y tambores, las consignas, gritadas a viva voz por los familiares que llegaron desde todo el país, estremecen avenida de Mayo. “¡Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar!”.
La movilización ingresa a Plaza de Mayo cuando la noche comienza a desplegarse sobre la ciudad. Durante todo el camino, el reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado y Julio López también es constante. Y en una sola voz se apunta contra el actual gobierno, en especial la furia se descarga en Patricia Bullrich, Ministra de Seguridad, que desde que asumió el cargo dejó en claro que la mano dura es la política oficial.
Desde la plaza, Nora Cortiñas fue directa cuando dijo que todos y todas deben mantener una fuerte unidad para enfrentar la represión y que es imprescindible el reclamo permanente por justicia. Después, los familiares de las víctimas tomaron la palabra y coincidieron en que el Estado es responsable por las muertes de los pibes y las pibas, que la policía se mueve con total impunidad, que el Poder Judicial es cómplice, que las víctimas son los pobres de este país.
En el comunicado que se leyó en Plaza de Mayo, los familiares, organismos de derechos humanos, partidos políticos y organizaciones sociales afirmaron que los casos de gatillo fácil ocurren “a lo largo y a lo ancho del país, que pasó en todos los gobiernos, hay decenas de desaparecidos”. Frente a esto, “si no nos organizamos la impunidad que les garantizan a los asesinos desde el poder político, los jueces y fiscales y los grandes medios de comunicación, va a ser aún mayor”, alertaron.
Ante la justificación de que los asesinatos son cometidos por uniformados que cometen “excesos”, en el comunicado advirtieron que “los asesinos de nuestras hijas e hijos, esposas y esposos, hermanas y hermanos, madres y padres, sobrinas y sobrinos, tías y tíos, amigas y amigos y vecinas y vecinos, no son unos locos sueltos, porque está claro que no todos los locos sueltos matan”.
“Tampoco se trata de una manzana podrida –sintetizaron los organizadores de la movilización-, porque en todo caso lo que está podrido es el cajón entero”. Y se sabe que la policía en Argentina respira podredumbre.
*Fotos: Colectiva Fotografía a Pedal