sábado, febrero 15, 2025
Por el mundo

Primera prueba electoral europea del año

Lucio Garriga Olmo/El Furgón – Este miércoles Holanda va a las urnas para elegir a los 150 parlamentarios de la Cámara Baja que determinarán al próximo primer ministro del país. No es una elección menor: la extrema derecha tiene posibilidades de ganar y sentar un importante precedente de cara a las elecciones que se desarrollarán este mismo año en Francia y Alemania.

Los partidos socialdemócratas de Europa atraviesan una grave crisis y el espacio dejado por estas históricas agrupaciones fueron rápidamente ocupados por la extrema derecha en la mayoría de los casos (Holanda-Italia-Francia-Alemania-Austria), pero también por algunos partidos de izquierda (España, Grecia y Portugal). No caben dudas que tienen mayor peso los partidos de derecha y que en 2017 pueden hacer tambalear a la Unión Europea.

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El sistema político de Holanda cuenta con una particularidad importante, a diferencia de muchos países de la zona euro, en los Países Bajos los escaños se eligen por representación proporcional de distrito único, por lo cual cualquier partido que obtenga como mínimo un 0,67% de los votos se asegura un escaño en la Cámara, siendo muy bajo el piso para entrar al parlamento. Esto, más la gran cantidad de partidos políticos que se presentan -28 en total, un récord desde la Segunda Guerra Mundial-, provocan una gran presencia de distintas fuerzas en el parlamento. Esto obliga a que los gobiernos se formen por coalición ante la imposibilidad de formar gobierno por sí solos: se necesitan 76 escaños para logarlo, lo que en estas elecciones parece imposible. Hoy en día el gobierno es una coalición de dos partidos liderado por el conservador Mark Rutte, del Partido Popular Liberal y Demócrata (VVD).

En estos comicios, la extrema derecha holandesa encabezada por Geert Wilders, quien creó el Partido por la Libertad (PVV) en 2006, llega con un discurso centrado en culpar de los males del país a la gran cantidad de inmigrantes que hay, a pesar de que en el año 2016 se presentaron 31 mil solicitudes de asilo, un número bajo en comparación con las recibidas por sus vecinos. Propone cerrar las mezquitas, prohibir el Corán, al que llegó a comparar con Mein Kampf de Adolf Hitler, y salir de la Unión Europea.

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Wilders es un político que inició su carrera en el VDD, partido al que hoy en día enfrenta. Rompió con sus filas a principio de siglo y, luego del asesinato en 2004 del director de cine Theo van Gogh, un antimusulmán holandes, Wilders decidió crear su propio partido político. A partir del asesinato de van Gogh, vive con custodia personal ya que está amenazado de muerte, toma constantemente medidas extremas de seguridad, como andar con chaleco antibalas en la vía pública, no dormir dos noches seguidas en el mismo lugar, sólo ve a su esposa una vez por semana, y asegura que no recuerda lo que es caminar libre por las calles de su ciudad. El gran objetivo del hombre de cabello platinado es devolver Holanda a los holandeses y hacer grande de nuevo el país. Alega que la nación gasta mucho dinero en la Unión Europea, a la que acusa de oprimir y sofocar a Holanda económicamente y que primero se deben solucionar los problemas que azotan al país, algo que hoy en día no se puede hacer debido a los compromisos con la zona euro.

Otro político que también jugará un rol importante en estas elecciones será Jesse Klaver, el “Obama holandés”, del partido Izquierda Verde (IV). Apoya la llegada de refugiados al país, es ecologista, defiende el multiculturalismo y respalda a la Unión Europea. Es, en definitiva, la antítesis de Wilders. Ha ido ganando terreno en las encuestas en los últimos días y, depende la cantidad de escaños que obtenga, puede llegar a jugar un rol muy importante a la hora de formar gobierno con otras fuerzas y poder imponer sus propias condiciones y políticas.

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Wilders y Klaver significan dos retos diferentes para la misma Unión Europea. De un lado la extrema derecha que busca desarmarla y que viene entonada con la victoria del Brexit británico del año pasado y que en 2017 puede conseguir un gran poder, con serias chances de ganar las elecciones en Francia. Del otro lado, una izquierda que la defiende y que busca reforzarla. Lo que queda claro es que la Unión Europea debe cambiar, para un lado o para el otro, pero debe hacerlo. De lo contrario corre riesgo.

También es cierto que el bloque europeo supo reponerse de serios cuestionamientos. Con la llegada de Syriza a Grecia y la promesa de políticas de izquierda de Alexis Tsipras, muchos anunciaron tiempos difíciles para el organismo, pero hoy, dos años después de su victoria, Grecia sucumbió, principalmente ante los organismos financieros internacionales, pero también ante la propia Unión Europea. El salto a la escena política de Klaver, Emmanuel Macron en Francia y Martin Schulz en Alemania, parecen ser una nueva oleada de políticos pro-UE que buscarán defenderla ante la existencia de otra ola que busca destruirla. Habrá que esperar para ver cuál de las dos líneas se impone.

Por eso las elecciones en Holanda son vitales, para ver qué ola es más grande. La extrema derecha puede salir primera pero, en caso de lograrlo, se enfrentará a otro grave problema: el resto de las fuerzas políticas ya anunciaron que no formarán gobierno con el PVV. En caso de ganar el VVD de Rutte, deberá formar gobierno con varias fuerzas políticas ya que no se espera una victoria muy holgada. Los ojos de Francia y Alemania, principalmente, estarán puestos en los Países Bajos pero toda la Unión Europea estará atenta a lo que será la primera pruebe electoral del año.