viernes, diciembre 13, 2024
Nacionales

Quién apunta y quién dispara (o el origen de las balas)

Lucas Napoliello/El Furgón – Brian Aguinaco tenía 14 años cuando una bala le impactó de lleno en su cara y tres días después acabó con su vida. Fue en el barrio porteño de Flores. El disparo lo hicieron dos hombres que acababan de robar una cartera a una mujer. Los vecinos, hartos de estos episodios, tomaron la comisaría y acusaron a las fuerzas de liberar la zona. El abuelastro de Brian, tras una reunión con la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, aseguró que los asesinos fueron detenidos, que el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad hicieron todo, y que ahora dependía de la Justicia que estos asesinos de 15 años no volvieran a salir a la calle. Agregó además que el chico tenía antecedentes, que sus padres son narcotraficantes y que lo ayudaron a salir del país. Si el Ministerio de Seguridad tenía toda esa información, ¿cómo fue que al arribar al país su padre no fue detenido? ¿Cómo consiguió fugarse tranquilamente desde un aeropuerto? El papá del adolescente acusado dijo que es inocente y que el viaje a Chile ya estaba planificado porque iba a pasar las fiestas con parte de su familia que vive en el país trasandino.

Los canales de televisión sentenciaron: detuvieron al asesino de Brian en Chile.

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Un Rambo made in Tucumán

En Tucumán, Miguel Reyes Pérez cruzaba la plaza cuando vio a un policía conocido y empezó a correr. Miguel recibió un itakazo en la cabeza. En declaraciones al portal Cosecha Roja, la familia contó que venían recibiendo llamados de policías que conocían a Miguel pidiéndoles plata a cambio de no “empapelar” a su hijo, y además sabían que el oficial le había jurado a Miguel que la próxima lo mandaba “al cajón”

El ilustre policía se apoda “Rambito”. Las pruebas científicas indican que Miguel nunca disparó un arma, por lo que se descarta un enfrentamiento. Hoy la pequeña hija de Miguel y toda su familia reza por su vida. Miguel está en coma y “Rambito” sigue portando armas. Mientras tanto, un portal de esa provincia titula “La policía abatió a tiros a un joven en Tucumán”. ¿Quién titula y quién dispara en la prensa?

Yo quiero ser policía

A principios de diciembre un escándalo sacudió a la localidad de Tres Arroyos, en la provincia de Buenos Aires. Cinco agentes de la policía local fueron separados de su cargo por haber ingresado a la fuerza presentando certificados falsos de haber terminado el colegio secundario. La investigación complicó tanto al Secretario de Seguridad del municipio (acusado de ser quién conseguía los certificados) que tuvo que renunciar. ¿Quién apunta y quién dispara? Falsificar títulos está muy mal, pero ¿qué alternativas le dio el Estado a los miles de jóvenes que hoy forman las filas de las policías locales? ¿Por qué se arriesgaron? ¿Por amor a la fuerza? ¿Por vocación? ¿O porque la única posibilidad de tener un salario en blanco y una jubilación era ser policía local?

En esa misma ciudad, la cúpula policial había sido destituida por completo ante severas sospechas de liberar zonas para que haya robos. En la investigación que llevó a esa destitución encontraron 2.500 dólares y 50.000 pesos en efectivo en un patrullero.

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Asesinato a la sanjuanina

En San Juan, Carlos Ochoa, de 18 años, fue asesinado en manos del agente policial Carlos Poblete. Como siempre, existen dos versiones, la oficial, o sea la policial, o sea la que los informativos del poder toman como verdadera, y la otra. La oficial dice, una vez más, que fue un enfrentamiento luego de que Carlos quiso ser detenido y al resistirse apuntó con un arma a los policías que terminaron disparándole. El abogado aseguró a medios locales que está comprobado, por el lugar donde ingresó la bala, que a Ochoa le dispararon estando de espaldas, que su cuerpo fue abandonado y qué además no saben por qué los perseguían, porque oficialmente no se les imputó ningún tipo de delito. Según testigos, el chico fue golpeado por personal policial una vez que estaba herido y en el piso. La versión oficial, además, habla de un arma que era propiedad de Carlos; su madre asegura que ella misma le acomodó las cosas en la mochila antes de salir de su casa y que no había arma alguna. La justicia deberá justificar que esa arma pertenecía a Carlos. ¿Qué justicia apunta y qué jueces disparan? Marcelo Bustos Meglioli, el abogado de la familia Ochoa, jamás pudo ver el informe forense. Carlos Ochoa está muerto, Julio Poblete ya fue sobreseído y la causa fue cerrada.

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Balas “perdidas”

“Yo voté un cambio y ahora perdí a mi hijo”, relató a las cámaras de televisión Carlos, el padre de Jonathan Echimborde, un joven de 28 años asesinado en manos de la policía mientras lavaba su camioneta en la puerta de la casa. Para Oscar no hubo dudas, la policía mató a su hijo. La versión oficial y la mediatizada habló de un enfrentamiento; para los vecinos y testigos del hecho hubo sólo disparos policiales. “Cuando mi hijo estaba tirado en el piso, los efectivos estaban pateando las vainas para que no se vieran. Los vecinos cuidaron la escena del crimen”, agregó el padre de Jonathan. Los principales diarios siguen diciendo que “quedó en medio de un feroz tiroteo”. En este caso las balas fueron de la Policía Federal.

La puerta giratoria

Marcelo Gagliarducci estaba a cargo del cuidado de los presos de la comisaría sexta de La Plata el día que se fugaron dos detenidos. Fernando Cartasegna, el fiscal que investiga el caso, solicitó la detención de Gagliarducci ya que se sospecha que cobró 20 mil pesos para colaborar con la fuga. ¿Las pruebas? Otros tres presos aseguran haber visto cuando el oficial les entregaba las llaves y ese mismo día encontraron el dinero en efectivo en su auto. Mientras el discurso instalado habla de las “puertas giratorias”, mediante las cuales un preso entra y sale fácilmente de la prisión gracias a los “beneficios” de la justicia, los casos de presos ayudados por policías no son pocos, sólo que este oficial tuvo la mala suerte de ser descubierto.

La inseguridad no es una sensación, es una realidad muchas veces exagerada intencionalmente por los medios (políticos y de comunicación), pero existe. La muerte de Brian, como la de tantas otras víctimas, no es invento de nadie, pero salen en la tele. La de Carlos Ochoa y otros tantos, tampoco, aunque rara vez trascienden. El punto en común entre todas es la policía.  Mientras tanto, el presupuesto para “seguridad” crece año a año, al igual que la pobreza, porque para defender a la sociedad de la inseguridad, hay que defenderla de los pobres, o hacerlos policías.