Shell y su “fuerte compromiso con Argentina”
Jorge Montero/El Furgón – Tras conocerse las palabras del presidente ejecutivo de Royal Dutch Shell , en septiembre pasado, anticipando que la compañía se desprendería de “activos de refinación, transporte y distribución” en distintas regiones del mundo, incluyendo Argentina, para centrarse en operaciones más rentables; la filial local de la multinacional petrolera aclaró que la lista de bienes comprometidos incluye la refinería enclavada en Dock Sud-Avellaneda, la red de alrededor de 600 estaciones de servicio, las áreas de comercialización y distribución, productos químicos y la división de negocios globales incluyendo GLP (gas licuado), Aviación, Marítima y Lubricantes.
El comunicado de Shell Argentina destacó, sin embargo, que continuará participando en el negocio de “upstream” (exploración y explotación de crudo) en los años venideros, particularmente en hidrocarburos no convencionales como Vaca Muerta.
El desprendimiento de activos de la multinacional petrolera viene de la mano de un creciente proceso de “argentinización” del negocio de downstream (refinación, distribución y comercialización de hidrocarburos). En 2010, Cristóbal López adquirió la refinería de San Lorenzo y 360 estaciones de servicio de Petrobras, que pasaron a llevar la marca Oil. En 2012, Bridas, de la familia Bulgheroni, se quedó con el negocio de refinación y comercialización de combustibles y lubricantes de Exxon Mobil en el país. En mayo pasado, Pampa Energía, de Marcelo Mindlin, compró 67,19% de Petrobras Argentina por 892 millones de dólares y comenzó el proceso de cambio de imagen de la red de más de 240 estaciones de servicio. Todo en un contexto de marcada caída en la demanda de combustibles. El último dato registrado habla de un desplome del 7,2% interanual en el mes de julio.
De poco valieron las medidas amistosas tomadas por el gobierno nacional y su ministro Juan José Aranguren, durante 12 años presidente de Shell en Argentina. Del aumento del 31% en los combustibles durante los primeros cuatro meses de gobierno, que reportó a las refinadoras una ganancia neta de 40% en dólares, a la autorización a estas empresas para importar crudo y así aprovechar el diferencial entre el precio local subsidiado y el internacional, para “recomponer rentabilidad en la elaboración de combustibles”, según expresiones del ministro. Pasando por licitaciones para ingresar gasoil al país, donde a pesar de los múltiples oferentes, siete de los ocho pliegos quedaron en manos de Shell Western, lo que reportó a su casa matriz unos 150 millones de dólares de ganancia. Hasta el negociado con la importación de gas desde Chile al doble del valor que el mismo recurso traído desde Bolivia (entre 7,2 y 6,9 dólares contra 3,1 dólares por millón de BTU), y donde una parte sustancial de las compras al país trasandino, que a su vez debe importar el gas ya que no es productor, se realizan directamente a través de BG Group, casualmente adquirido por Royal Dutch Shell dos días antes de la firma del contrato.
Mientras se multiplican pronósticos de una recaída en la recesión de los países centrales, semejante o peor a la de 2008, suena como una presunción pueril que Argentina pueda llevar adelante un plan de inversión y desarrollo infraestructural. Las promesas del gobierno de Macri sobre pobreza cero, plan de viviendas accesibles, aumento real de salario vía reducción drástica de la inflación, plan Belgrano, son una ilusión sin otro desenlace que la frustración para quienes crean en ella. Y choca de frente contra la lógica del propio capital, que dice representar, obligado por sus propias leyes de funcionamiento irracional, a desembarcar solo allí donde garantice altas tasas de ganancia.
Paradojas al margen, Shell no se fue del país tras “una década de lucha cuerpo a cuerpo con los gobiernos kirchneristas”, según referían los adláteres de la prensa; ni la retiene que Cambiemos le cediera a un hombre de su riñón el cargo de ministro de Energía.
En su conferencia de prensa en Nueva York, el CEO de Royal Dutch Shell, Ben van Beurden, hizo referencia a un plan de desinversión a nivel mundial en los próximos cuatro años por 30.000 millones de dólares.
La compañía concretó en febrero la absorción de BG Group, por el que desembolsó 47.000 millones de libras –unos 70.000 millones de dólares- en lo que constituyó la mayor fusión petrolera en más de una década. Esto permitirá a la multinacional anglo-holandesa acceso a proyectos multimillonarios en Australia, Kazajistán, Egipto, África Oriental y especialmente en Brasil, donde opera gigantescos yacimientos de “subsal” en aguas profundas.
Todas estas novedades vienen de la mano con lo anunciado por la petrolera a la Bolsa de Londres en diciembre de 2015, cuando comunicó la supresión de otros 2.800 empleos a nivel global como parte del proceso de fusión con BG Group, que se sumarán a la eliminación ya anunciada de otros 7.500 puestos de trabajo en todo el mundo. “Esta reestructuración es necesaria para lograr los beneficios esperados”, agregaba el comunicado firmado por van Beurden, quien por su desempeño al frente de Shell durante 2015 recibió como pago 24,2 millones de euros.
¿Qué tienen para decir los trabajadores petroleros?, cuando corren riesgo cierto sus puestos de trabajo y derechos laborales.
Poco pueden esperar de la Federación de Petroleros Privados que los agrupa, en manos del burócrata Alberto Roberti, hoy presidiendo la comisión de Legislación Laboral en la Cámara de Diputados. De quien no se escuchó palabra alguna de condena cuando el presidente Macri vetó la ley de emergencia laboral, o en oposición al tarifazo de los servicios públicos impulsado por el gobierno de Cambiemos, como si los trabajadores no sufrieran sus consecuencias.
Un saltimbanqui de la política peronista, hasta ayer con Duhalde, Rodríguez Saá o de Narváez, hoy con Scioli o Massa, mañana… Pero siempre de pie junto a las patronales petroleras.
El mismo tránsfuga que sistemáticamente impide desde 2012 la concreción de elecciones democráticas de delegados justamente entre los trabajadores de Shell en la refinería de Dock Sud, impugnando una y otra vez a sus candidatos con la complicidad de la empresa.
Pese a la orfandad sindical, los trabajadores petroleros están ante una enorme oportunidad. Es inaplazable el debate sobre la recuperación y el control de la producción, transporte y comercialización de hidrocarburos, deteniendo el saqueo de petróleo, gas y demás recursos naturales. Garantizando el abastecimiento a todo el país, la recuperación de la renta para nuestro pueblo y la búsqueda de alternativas energéticas que no continúen destruyendo el medio ambiente, para así edificar una Argentina próspera e igualitaria.
De lo contrario, el gobierno de Cambiemos profundizará un modelo económico en bancarrota, y seguiremos leyendo atónitos comunicados como el de la multinacional petrolera, donde nos alecciona: “Shell tiene un fuerte compromiso con la Argentina donde tenemos más de 100 años de historia”.