sábado, febrero 15, 2025
Cultura

László Csík: remando en las sombras del pasado

Entre el pasaje del buque Kerguelen que arribó al puerto de Buenos Aires el 3 de octubre de 1948 se encontraba el húngaro László Csík. Formó parte de la ola migratoria conocida como la “Generación del 48”, impelida al exilio principalmente por temor a la creciente influencia del Partido Comunista Húngaro, y fue uno de los/as 3000 ciudadanos/as de ese país que recalaron en Argentina entre 1947 y 1949. En ese grupo figuraban varias personas fuertemente relacionadas con el deporte, incluidos campeones olímpicos como Ödön Zombori (lucha, 1936) e Itsván Pelle (gimnasia, 1932), entre otros, y el propio Csík.

Csík, que había nacido en Zákány en 1890 en una familia católica, se recibió de médico en Budapest en 1918. También había participado en la Gran Guerra como miembro del ejército austrohúngaro. Luego de ese conflicto bélico ejerció como médico y trabajó en compañías de seguros de salud. Amante y cultor del deporte, el azar lo convertiría en padre adoptivo de un futuro campeón olímpico. Casi una década después del fallecimiento de su cuñado durante la Gran Guerra, en 1914, Csík adoptó a su sobrino Ferenc, que ganaría la medalla de oro en los 100 metros libres de natación en los Juegos Olímpicos de 1936, organizados por la Alemania nazi en Berlín. Ferenc, también médico, falleció durante un ataque aéreo en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial atendiendo heridos en un hospital militar de Budapest. De acuerdo con Katalin, la hija de Ferenc, Csík le permitió a su padre tener una buena educación.

Ferenc Csik se proclamó campeón olímpico hace 85 años

No obstante su apoyo a la carrera natatoria de Ferenc, la principal pasión deportiva de Csík fue el remo. De hecho, Katalin lo describió como “un reconocido remero”. Durante el período de entreguerras, Csík fue entrenador y dirigente del club de remo Pannonia de Budapest. Asimismo, llegó a ser el presidente de la federación de remo de su país. La reputación remera que lo precedía fue la que resaltó tras su arribo a Argentina. Su presencia en el país fue rápidamente reconocida en los círculos de ese deporte. Por ejemplo, menos de un año y medio después de que se instalara en Buenos Aires, el semanario deportivo El Gráfico publicó una nota de Juan Carlos Villa, que firmaba bajo el seudónimo Banda Bow, presentando a Csík como un “eminente medico húngaro a la vez que figura estelar no sólo en el remo de su país sino también en el de Europa central”. La nota trascendió las fronteras argentinas, ya que fue reproducida en el periódico chileno La Nación, que agregó una caracterización vistosa de Csík: lo llamó “‘doctor’ en remo”. En ambas notas, su nombre fue castellanizado y figuraba como Ladislao Csik.

Csík se interesó rápidamente por el remo argentino, acudiendo a torneos en Tigre y en Río Santiago. Aseguró que “aquí [en Argentina] se hace muy buen remo”, pero creía que la falta de una pista adecuada ponía en desventaja a los remeros nacionales. Especuló que, si esta existiese, el remo “pasaría a ser deporte de masas, abriendo de ese modo el camino para un desarrollo imprevisible”. También ofreció recomendaciones para mejorar el entrenamiento remero. Dijo que “poner a punto un hombre significa trabajar diariamente sobre distancias que oscilan entre 6 y 8 kilómetros ininterrumpidamente”. En ese sentido, preparó un libro titulado El Remo, el cual nunca fue publicado. De todos modos, en 1960 publicó La Natación. Enseñanza, Competencia, Entrenamiento, que dedicó “a la memoria de mi hijo adoptivo Francisco”, y que fue utilizado en la formación de los/as profesionales de educación física por varias décadas.

Portada de “La natación”.

De acuerdo con László Kurucz, que escribió un libro sobre la comunidad húngara en Argentina, Csík revalidó su título de medicina a los 70 años y trabajó como médico y asesor deportivo por dos décadas más. Tuvo actividad en la colonia húngara, siendo varias veces presidente del Centro Húngaro y de la Academia Húngara de Ciencia y Cultura Mindszenty, donde en 1967 dictó una conferencia titulada “El secreto de la salud y la longevidad”. A fines de los años cincuenta también presidió una organización establecida para informar sobre la situación política en Europa Central y Europa del Este, apoyar los movimientos de liberación de los países de esas zonas de lo que sus líderes consideraban el yugo soviético y cooperar con el gobierno nacional y las organizaciones anticomunistas en sus esfuerzos contra el comunismo. En aquellos años, no eran infrecuente las manifestaciones de “los húngaros dispersos en el mundo libre”, incluidos muchos de los arribados a Argentina, como aclarara el periódico Crítica en 1957, en favor de “la salvación y libertad del pueblo magyar, sometido a sangre y fuego por el poder soviético”. Kurucz explica que Csík “nadaba entre 500 y 600 metros diarios” y que jugó al tenis hasta los 95 años. Al abandonar la práctica tenística dijo que “sus codos ya no rotaban como antes”. En 2006, una publicación de la colectividad húngara lo recordó cariñosamente, resaltando que mantuvo “una saludable vida deportiva” y que “se nos fue a nadar a las celestes aguas divinas de la eternidad”, agregando que para muchos de quienes lo conocieron “el doctor don Ladislao Csík” era simplemente Laci bácsi (el tío Laci).

Esta caracterización de Csík, que tuvo tres hijos, omite un pasado menos luminoso antes de su arribo a Argentina. Según una investigación de László András, Csík fue miembro desde su fundación de la Asociación Nacional de Médicos Húngaros (ANMH), que partía “de la premisa ideológica irracional y destructiva de que los judíos son una minoría dañina”, y escribió regularmente en su revista. En 1930 publicó un artículo que difamaba al médico Ádám Lajos, cuya designación en la Universidad de Budapest había generado una reacción negativa en círculos antisemitas. En otra oportunidad, en concreto un evento del Partido de la Cruz Flechada, un partido político proalemán y antisemita, disertó sobre cómo la ciencia de la salud podría ponerse al servicio del nacionalsocialismo. En la década del treinta, Csík incrementó su papel en las actividades de la ANMH, cuya membresía abarcaba casi la totalidad de la comunidad médica cristiana. La ANMH, que logró “que los miembros de la asociación vean a sus colegas judíos como competidores a eliminar”, tendría marcada influencia en el gobierno de Döme Sztójay en 1944, afín a la Alemania nazi que ocupaba Hungría. Csík escribió que los médicos judíos eran “aliados del enemigo mortal”. Además, en su condición de dirigente de la Cámara Médica Nacional (CMN), informó al gobierno sobre una reunión en la que se refutó la posición de que los médicos judíos no debían ser perseguidos porque el país carecía de suficientes médicos. Vale destacar que la CMN funcionó como órgano ejecutivo de la ANMH. Aunque la cifra exacta se desconoce, cabe destacar que al menos 2000 médicos húngaros clasificados como judíos perdieron la vida durante el Holocausto. El periodista János Pelle explica que, después de la Segunda Guerra Mundial, la Fiscalía Popular del nuevo régimen húngaro reunió documentos contra Csík, “pero como no regresó de la emigración, no se presentaron cargos”.

András afirma que, temiendo el arribo de las tropas soviéticas, Csík huyó de Hungría en el invierno boreal de 1944. Cuatro años más tarde desembarcó en Argentina. En lugar de figurar como médico, la ficha de entrada al país lo designaba como agricultor. Aparentemente, su pasado antisemita no emergió públicamente en las casi cinco décadas en las que vivió en Argentina, donde forjó una identidad en torno al deporte y la medicina. Sin estridencias, envejeció saludable y pacíficamente, vinculándose con sus vecinos/as de la localidad de Olivos, en el norte del conurbano bonaerense. “Totalmente lúcido hasta el fin”, al decir de Kurucz, falleció a los 104 años, en 1994.

César Torres. Doctor en filosofía e historia del deporte. Docente en la Universidad del Estado de Nueva York (Brockport).