Deuda externa: ¿Paga Dios?
Por Tomás Astelarra/El Furgón –
Como siempre que la soga aprieta al cuello, surgen las voces que hablan una vez más de una deuda ilegítima, contraída por los que mas tiene en favor de los que mas tienen, de aquí y de allá. ¿Quién la paga? De Rivadavia a Fernández, pasando por el Pocho Perón.
Dicen los que saben que la revolución industrial se financió con la sangre de las minas del Potosí. Mucha sangre también corrió en las invasiones inglesas y la guerra de la independencia. Pero la independencia no fue tal. Todavía Argentina no era una nación consolidada ni tenía constitución que, una vez muertos Belgrano y Moreno, descartada la posibilidad de un incainato que recupere la cosmovisión de los pueblos originarios, y con San Martín rumbo al exilio, el bueno de Bernardino Rivadavia, a través del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Martín Rodríguez, le pidió a sus amigos de la Baring Brothers el primer préstamo internacional de la naciente republiqueta. Fue el 19 de agosto de 1922, por un total de 1 millón de libras esterlinas, que en realidad eran 850.000.
Menos los avatares de la transacción financiera que le dejó a un consorcio conformado por eminentes empresarios amigos de Rivadavia algo así como 150 mil libras esterlinas (un 15 por ciento del total) en una operación certificada por prestigiosas casas comerciales de Buenos Aires, que, o casualidad, era de los mismos ñatos de la comisión que, a su vez, eran los mismo ñatos que habían impulsado el empréstito y quienes recibirían los beneficios colaterales de las obras del dizque gobierno.
También hubo que pagarle por adelantado a la Baring Brothers dos años de interés, más otros gastos de transporte. Llegaron a Buenos Aires 550.000 libras. Bueno, en realidad, parece que los gestores de la operación, Castro y Robertson, se quedaron con un vuelto o comisión, con lo que finalmente llegaron a Buenos Aires 20.000 libras en efectivo y bonos por 120.000 más (menos del 15 por ciento del total). De manera que el buen Bernardino no solo es el padre o creador del sillón, la Policía Federal y la deuda externa, sino también de la cometa financiera en Argentina. No es casualidad, Rivadavia se confesaba inspirado en el intelectual gringo Jeremy Bentham, autor del libro “En Defensa de la Usura”.
El préstamo, como siempre, sirvió para tres cosas fundamentales: favorecer el comercio internacional, la comodidad de las clases pudientes de Buenos Aires y matar indios (a los que ahora se suman los negros, vagos y planeros). En pos del dizque desarrollo económico, con esa tarasca, se construyó el puerto de Buenos Aires, establecimientos de frontera en el sur de la pampa húmeda, y la red de agua corriente para los barrios de la naciente metrópolis. De esta manera las clases altas de Buenos Aires pensaban insertarse en el mercado internacional con las vaquitas y tierras que le robaran a las indias y de esta manera terminar dominando a las provincias (plan que efectivamente llevaron adelante).
Si alguno se indignó con el préstamo a 100 años de Nicky Caputo, hagan las cuentas. El préstamo de Bernardino con la Baring Brothers, después de que Roca nacionalizara la deuda de la provincia de Buenos Aires, además de intereses y otras deudas de gobiernos anteriores (incluyendo la de los primeros gobiernos de facto de la Década Infame), la terminó de pagar el Pocho Perón en 1952. Por esos años Franco Macri fundaba su primer empresa constructora y, después del acuerdo de Bretton Woods, se creaba el FMI y el mundo comenzaba a abandonar gradualmente el patrón oro (que ponía algún tipo de sostén físico o freno a la especulación financiera).
El mismísimo Perón lo explicaba así: “El dólar americano en su poder adquisitivo no es le valor fiduciario escrito en el billete, que está sobrevalorado. Esto se comprueba fácilmente. Hay una ley de Estados Unidos que dice que si una va a la Reserva Federal le entregan el oro correspondiente al billete que entregue. Si usted va a la Reserva Federal y pregunta cuanto vale una onza troy de oro, le dirán 35 dólares. Pero no te la venden. Porque ellos no venden oro. Entonces hay que ir a comprarla al mercado libre.
En el mercado libre vale de 40 a 45 dólares la onza troy. Eso quiere decir que el valor del dólar es falso. Si usted hace un empréstito en los Estados Unidos, supongamos de 100 millones de dólares, ya al firmar va perdiendo el 25 por ciento por la sobrevaloración de la moneda. Porque el valor adquisitivo de una moneda no es el valor fiduciario escrito en el billete, sino el oro que representa. Pero como no le dan dinero, menos oro, está obligado a comprar ese oro en los Estados Unidos, prescindiendo de la licitación internacional. En el interior de Estados Unidos no se puede hacer licitación porque están los carteles que fijan los precios. Eso se hace efectivo por precio de catálogo, que por lo general es 15 por ciento mayor que el precio de licitación. Entonces a ese 25 por ciento que perdió tiene que agregarle un 15 por ciento. Ya suma un 40 por ciento que uno lleva perdido de ese empréstito. Como por una ley debe sacar la mitad de esa mercadería en barcos americanos, usted ya pierde otro 5 por ciento. Y como hay que hacer un seguro en puerto de embarque, pierde otro 5 por ciento. Con eso ha perdido el 50 por ciento del empréstito. Ese 50 por ciento del empréstito al hacerlo efectivo tiene otra cantidad de filtraciones. De manera que el país recibe como beneficio un 30 o 40 por ciento del empréstito. Pero después el pueblo tiene que pagar los 100 millones de dólares más el interés”.
Aunque parezca mentira, después del bombardeo de Plaza de Mayo, cuando el gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu toma el poder, el Perón (que ya correteaba a Isabel Martínez, en Panamá) había transformado a la Argentina en un país acreedor. El mundo nos debía 5.000 millones de pesos moneda nacional.
Ahí nomás Aramburu se gasta esta tarasca y pide un prestamito de 700 millones de dólares a Europa. Prestamito que después no puede pagar y así se forma el Club de París en 1956, el mismo año que el presi in factum decide incorporar a la Argentina al FMI y el Banco Mundial. Después de tres años su gobierno termina con una deuda externa de 1.051 millones de dólares que, entre gobiernos dizque democráticos y de facto, trepará, pa’ los tiempos de Isabelita, a 9.100 millones de dólares.
Parecía un montón hasta que el rey de la timba financiera Joe Martínez de Hoz llegó al ministerio de Economía y, entre fuga de capitales y nacionalización de las deudas de las grandes empresas, hizo escalar la deuda externa a 44.375 millones de dólares. Fue el propio mingo Cavallo, junto a su reemplazante en el Banco Central, Julio González del Solar, quienes se encargaron de estatizar la deuda de las mayores empresas argentinas (entre ellas el grupo Macri) por unos 20 mil millones de dolarcitos.
“La deuda es la corrupción en si misma. Su lógica es la usura. Y no solo se trata de la posición abusiva que tiene el acreedor sobre el deudor. La lógica del acreedor usurero no es que el deudor le pague la deuda, sino que no se la pueda pagar nunca, que viva siendo siervo del pago de los intereses”, explica el economista de la CTA Autónoma Hector Giuliano. Y agrega: “A diferencia de otros gobiernos militares, como el de Brasil, la deuda contraída por la dictadura militar argentina no fue para hacer obras o favorecer el sistema productivo, sino para mantener el tipo de cambio, como sucedió con Menem en la década del ’90, y como está sucediendo ahora”.
Deuda trucha
Son numerosos los economistas que hace años vienen denunciando la deuda externa y pidiendo investigarla para impugnarla. Entre ellos don Alejandro Olmos, que denunció que al menos 30.000 millones de dólares de la deuda contraída por la última dictadura militar sería de carácter fraudulenta. Durante una causa federal caratulada bajo el nombre de “Olmos Alejandro”, que recayó en el juez Jorge Ballesteros, se determinó la existencia de al menos 467 ilícitos vinculados al endeudamiento externo en la época militar.
“El presidente Alfonsín apenas asumió dijo: vamos a pagar la deuda legítima. Pero todo quedó en palabras ,y su primer ministro de Economía, el doctor Bernardo Grinspun, lo primero que hizo fue hacer una auditoría en el Banco Central. Ahí se documentó que las operaciones de las principales empresas era truchas y fabricadas para enriquecerse ilícitamente. Esa investigación fue ocultada y le costó el puesto al Grinspun. A partir de ahí la deuda fue incrementada exponencialmente por los gobiernos democráticos”, explica su hijo, don Alejandro Olmos Gaona, que colaboró en el proceso que se realizó en Ecuador en 2008, durante el mandato de Rafael Correa.
En ese año, el gobierno de Ecuador, luego de enfrentarse a las amenazas del Banco Mundial y el FMI, expulsó a los enviados de estos organismos internacionales del Banco Central y creó un Comité de Auditoría conformado por economistas, abogados y representantes de organizaciones sociales de todo el mundo. El comité concluyó que una gran parte de la deuda de gobiernos anteriores era ilegítima. Se declaró el cese de pagos del 70 por ciento de la deuda externa de Ecuador en bonos. Ante el cese de pagos, los acreedores o tenedores de la deuda de Ecuador sacaron al mercado, con valores muy bajos, los bonos de deuda ecuatoriana. Ecuador, de forma secreta, utilizó 800 millones de dólares para comprar 3.000 millones de su propia deuda, lo que supuso una reducción de su deuda real y de los intereses, lo que pudo suponer un ahorro de unos 7.000 millones de dólares.
“Acá el problema es que nosotros tenemos un nivel de deuda y pago de intereses insostenible, y como esto siga no hay solución posible, especialmente porque una de las cosas que nadie habla es que la mitad de la deuda publica que heredamos de la dictadura, que seguimos pagando y refinanciando, es deuda de las grandes empresas privadas del país, entre nacionales y extranjeras, entre ellas la de la familia del presidente. Entonces nunca se llamó a esas empresas a decir: señores, el estado nacional a pagado por ustedes, devuelvan la plata. Pero ningún gobierno democrático quiso investigar la deuda. Siempre han utilizado todo tipo de excusas. Y hay todo tipo de hipocreísas, como los que critican la deuda de Macri pero la votaron en el congreso. O la señora de Kirchner que dejó 240 mil millones de duda.
Nosotros pagamos a los bancos extranjeros endeudándonos con agencias del Estado, a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Anses, el Banco Nación, el Banco Central y otros. Pagamos deuda fraudulenta sacando activos de la Argentina. Ahora esa deuda que contrajimos no es deuda que no halla que pagar. El problema es que es mas fácil negociar esas deudas. Negociar con un jubilado que con los bancos extranjeros. Además, mientras despotricaban contra los organismos internacionales, se le dio 7.456 millones al Banco Interamericano de Desarrollo y al FMI alrededor de 5.000 millones de dólares en derechos especiales de giro para capitalizar nuestra cuota, y al Banco Mundial 1000 millones de dolares”, aclara Don Olmos Gaona.
“El gobierno de los Kirchner tuvo la alternativa de investigar la deuda como se hizo en Ecuador. Pero no sé si fue responsabilidad del gobierno, porque no había un plafón político para hacerlo. Lo que si podría haber intentado el gobierno es generar un movimiento social de masas para que la deuda externa fuera puesta en cuestión en vez de cancherear con una quita que fue importante pero no tan grande, y si bien hizo que dejáramos de tener la soga al cuello, se hizo con una gran esfuerzo de la población. Son temas muy complejos”, opina el periodista y economista Alejandro Bercovich.
Sea como sea, después de un brutal proceso de endeudamiento en que el buen Mauricio Macri tomó casi tanta deuda como los veinte presidente que hubo entre Aramburu y el bueno de Adolfito Rodríguez Saa (que declaró el default en 2001), son muchas las voces que hoy vuelven a hablar de impugnar la deuda contraída por el gobierno de Cambiemos. Desde eternos batalladores del tema como Olmos Gaona o Giuliano o los candidatos del FIT (siempre sujetos al teorema de Baglini de que es fácil prometer lo que difícilmente se va a tener la responsabilidad de cumplir según las encuestas y la historia electoral), pero también políticos periféricos del Frente de Todes como Juan Grabois, el doctor Eduardo Barcesat, o Claudio Lozano, que viene presentando su libro “La Deuda Ilegítima”.
Lozano, que también presentó una denuncia contra Macri y otres funcionaries por “abuso de poder” en la firma del acuerdo con el FMI, le explicó a Tiempo Argentino: “La consigna de que las deudas se pagan es una consigna correcta. Pero las estafas no. Eso dice el libro. Lo que discrimina una deuda de una estafa es una investigación. En la Argentina nunca hubo una. El libro es una denuncia política que dice que el Parlamento debe hacerse cargo. La experiencia Macri vuelve a mostrar los mismos contenidos históricos del endeudamiento. Se endeudó en U$S 107 mil millones, de los cuales 70 mil millones de dólares se fugaron y 36 mil millones de dólares tienen que ver con el pago de intereses de la deuda anterior. El acuerdo con el Fondo es absolutamente irregular. No cumplió con las normas jurídicas y constitucionales nuestras ni con el estatuto del FMI. La Argentina tiene todos los elementos para cuestionarlo”.
Si con Rivadavia llegaba un 15 por ciento y con el Pocho Perón un 30 o 40, con el Mauri no llegó nada. O llegó y se fugó. Y por exorbitantes proporciones. Esta vez ni siquiera usaron el dinero de los gringos pa’ hacer obras y matar negros. Para eso usaron el presupuesto nacional. Las inversiones extranjeras que prometió Mauri vinieron, hicieron rendimientos extraordinarios en pesos con tasas al 70 por ciento de Lebacs, Leliqs y todos esos inventos que nadie entiende, y después se la volvieron a llevar en dólares. Esto gracias a que el gobierno quitó todas las medidas básicas de regulación de los capitales financieros o, como le dicen, golondrinas. Medidas que tiene cualquiera de esos países grandiosos de Europa o Chile que admiran los tilingos que votan a Macri.
Tampoco hay medidas que permitan que los exportadores de soja y otras cuestiones dejen de especular con los dólares que le dieron los gringos. Según un estudio del Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (OCIPEX) sobre datos oficiales del Banco Central, las nuevas regulaciones sobre acceso al mercado cambiario que impuso el Banco Central recientemente empezaron a regir cuando el 95 por ciento de los capitales golondrina arribados al país en los últimos tres años ya se habían ido. No sea que se vallan el dinero de los pobres o clasemedieros, que son siempre los giles que pagan el pato o la boda.
En C5N el ex vicepresidente del JP Morgan, Hernán Arbizu (una especie de Edward Snowden de las finanzas argentinas que después de compartir cárcel con el Chapo Guzman anda denunciado la complicidad de bancos y empresas en el lavado de dinero, evasión de impuestos y fuga de divisas) aclaró que la posibilidad de impugnar la deuda externa contraída por “Cambiemos” no es tan tirada de los pelos a nivel internacional, dado que en los países dizque desarrollados la fuga de capitales es un delito casi tan grave como el narcotráfico.
Hace poco en el marco de la contracumbre del G7 en Biarritz, Francia, el historiador y polítologo Belga, Eric Toussaint, parte del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADI) y miembro del Consejo Científico de ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana ), recordó que existen casos de impugnación de la deuda externa en la historia occidental contemporánea. Pasó en México en 1919, en cuatro estados de EE.UU. (Arkansas, Florida, Missouri y Michigan) en 1837, y el mismísimo Ecuador en 2008. Ese mismo año Islandia se negó a pagar una deuda reclamada por Gran Bretaña y Holanda.
El experto aclara: “Hay una serie de ejemplos a lo largo de la historia pero, eso sí, solo pasa cuando los ciudadanos se rebelan y presionan a sus respectivos gobernantes”.
¿Se imaginan las marchas de la CTEP por el no pago de la Deuda Externa con la Cristi y el Evo en foros internacionales sublevando a la negrada del tercer mundo contra el FMI? Más allá del pasado y los reales valores éticos o democráticos o populares, el nuevo gobierno deberá afrontar un peligroso juego de equilibrio entre los acreedores externos, los empresarios locales que quieren mantener sus privilegios, y la negrada sublevada que, como buenos peronistas, planean salir de esta crisis con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. Además, no hay nada más argentino que un pagadios.
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