La esperanza como bastón: Fernando Birri y la resistencia a la última dictadura
Por Omar Neri y Mónica Simoncini*/El Furgón – Fernando Birri fue, además de un cineasta inmenso e intenso, el fundador de escuelas, el soñador de los ojos abiertos, titiritero de las más diversas aventuras; además de todo fue, también, parte de la resistencia a la última dictadura.
Trabajando en un documental sobre los exiliados en Italia, los de antes y los de ahora, tuvimos testimonios que recordaban las proyecciones que realizaba Birri de sus películas en Roma, una excusa más para reunir a quienes en aquel entonces se organizaban a miles de kilómetros de sus patrias. La más recordada sin duda era Los inundados, quizás por ese humor un poco amargo, un poco triste, esa pintura pícara de la realidad que todavía tiene vigencia.
Las actividades de los exiliados en Roma estaban concentradas en un organismo llamado CAFRA (Comité Antifascista contra la Represión en Argentina) y si bien Birri no era un integrante pleno, colaboraba en algunas de las acciones de denuncia. De esto nos habló en una entrevista realizada en Roma en octubre de 2016:
(para respetar la cadencia de sus palabras, elegimos poner su testimonio en verso)
Ustedes me piden que hable de lo que fue para nosotros,
los exiliados argentinos,
los años de la dictadura.
Para mí no es un tema fácil ni muy accesible
porque hay que bajar a los sótanos de la memoria
para escarbar tantas cosas
tantas cosas.
Decir triste es poco
¿dramáticas? Sí
y por qué no, trágicas…
Pero han pasado tantos años
el tiempo es una buena pomada
ayuda a curar heridas
tantas heridas, tantas…
Entonces prefiero
subir a los altillos de la memoria.
Y en los altillos de la memoria recuperar
de aquellos años
toda la parte hermosa
toda la parte luminosa.
Luminosa.
Iluminada,
que fue la resistencia de los argentinos
dentro y fuera de nuestro país.
Y antes de contarnos cómo había sido una de sus participaciones más recordadas en aquellos años de exilio, Birri se tomó un tiempo para repasar su trayectoria, su camino, y se detuvo un momento en la película El siglo del viento, de 1999:
…vino sobre todo
El siglo del viento
con mi querido Eduardo Galeano
que para mí es una de las obras
que dejó, como se dice, en legado,
y que más quiero.
Porque me parece que
responde a ese primer ímpetu
ese primer entusiasmo.
Mirá qué hermosa palabra:
entusiasmo
inicial
que no está perdido.
A los 21 años tantas cosas
se han vertido por el camino.
Tantas cosas se han destruido,
otras se han olvidado.
Pero algo ha quedado intacto,
esto digo sobre todo pensando en los que vienen
en ustedes, en DOCA, y en las generaciones futuras.
Y eso que quedó intacto
es la esperanza
la esperanza no se debe abandonar nunca
sobre todo cuando no es solamente una palabra retórica
un topos
metáfora
si no una acción concreta
la esperanza como acción concreta
la esperanza como hecho
como hacer
como cosa…
la esperanza como bastón.
El hacer, justamente, fue el motor del CAFRA, que empezó a funcionar en Italia en 1974, integrado en un principio por intelectuales, políticos, abogados, periodistas, docentes universitarios y sindicalistas que escapaban de las garras de la Triple A. Pero a partir de 1976, se nutre de militantes y dirigentes de las organizaciones armadas (especialmente jefes montoneros y cuadros del PRT-ERP); y finalmente, desde 1978, familiares de desaparecidos, Madres y Abuelas son quienes se integran a las actividades del Comité. Así lo recuerda Birri:
Entonces
dicho todo esto
voy a lo que ustedes me piden:
la resistencia argentina en Roma.
Fue dura
fue realmente hermosa
fue muy participativa.
Era un momento donde nos congregábamos
los argentinos sobrevivientes en Roma
y entonces ahí
íbamos frente de la embajada argentina
había de todo
había hombres mujeres, viejos, niños, jóvenes.
Era muy lindo.
La embajada estaba cerrada
puertas y ventanas por temor
a asalto
de los bárbaros que vendrían a destruir la civilización.
Cuando era al revés
veníamos a defender la civilización que ellos estaba destruyendo.
Había me acuerdo también siempre
dos o tres jeeps
esos autos horribles de la policía
que los mandaba la misma embajada
para poner ahí
justamente para paralizar cualquier tipo de agresión
o barbarie que podíamos hacer.
Y entonces
frente al busto de Belgrano
empezamos a caminar en círculo.
Ahí estaba Lita Boitano…
que era como una especie de
Madre Coraje del movimiento.
Y entonces estaba ella con sus banderas invisibles
llevándonos adelante.
Dábamos vuelta silenciosamente
generalmente eran las primeras horas de la tarde.
Dábamos vueltas en silencio.
Las madres con sus pañuelos blancos,
nosotros con lo que podíamos.
Y dábamos vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas.
En silencio.
Bajo el cielo romano.
Era un momento muy intenso.
Pero al mismo tiempo era también una forma
como de comunicarnos con lo que estaba pasando
en ese momento con Argentina,
era la única forma de crear un puente
establecer un puente sentimental
pasional
obviamente y lo lógico
político
con lo que estaba pasando.
Y yo me acuerdo
que una de esas tardes
siempre con esta voluntad de querer
hacer algo para apoyar, para ayudar, para mover
para destruir esa barbarie
de la dictadura y volver a un país democrático
para decirlo así
en términos discretos
porque en realidad el proyecto era
el de un país revolucionario
no el de un país moderado.
Pero bueno, vamos por paso,
empecemos por ahí.
Entonces en esa tentativa
en esa…
¿por qué no lo puedo decir?
Lo voy a decir:
en esa desesperación,
esa angustia, esa soledad
una noche escribí un poema
que a la mañana siguiente copiamos
en un cartón con un marcador.
Le pusimos un piolín
y lo colgamos en el cuello del busto de Belgrano
donde en el fondo ya habíamos colgado otros
carteles que decían:
Embajada de Milicos Asesinos.
Entonces cuando colgamos el cartel
yo me paré en un pedestal que había chiquito
al lado de la estatua.
Me agarré de Belgrano de un brazo como si fuéramos
viejos compañeros
y leí el poema.
Mi poema.
El poema se llamaba
se llama
“No, desaparecidos”
y se los voy a leer ahora
desde los sótanos…
desde los altillos de la memoria.
Como esto que nos cuenta Birri, fueron muchas las acciones que se realizaron en Roma durante aquellos años. Las primeras fueron la recolección de firmas para petitorios y solicitadas en diarios, búsqueda de apoyo de organizaciones y personalidades de la cultura en Italia, incluso una por la desaparición del cineasta Raymundo Gleyzer (con firmas de Rossellini, Fellini y Antonioni, entre otros). En 1977 y en coordinación con otros exiliados del resto de Europa, publicaron en todos los diarios de Roma una solicitada por el primer aniversario del golpe, con el apoyo de figuras políticas italianas (Moro, Berlinguer, Zaccagnini y Craxi, entre tantos otros) en la que denuncian por primera vez y oficialmente la existencia de desaparecidos en Argentina.
En el año del Mundial de Fútbol se multiplicaron las acciones. Desde el encuentro con miembros de la selección italiana para contarles “a qué país iban a jugar” hasta una recordada suelta de globos en la Piazza San Pietro, en repudio a la visita de Videla al Vaticano para la asunción de Papa Juan Pablo II. Los globos, que vieron las cientos de personas ahí congregadas y se multiplicaron por las cámaras de TV de todo el mundo, llevaban un cartel que decía: “Videla Boia” (Videla asesino).
Ya en 1979, y con la llegada de Lita Boitano de la organización de Familiares, consiguieron un encuentro con el presidente de Italia, Sandro Pertini, quien les dio su apoyo. También hicieron una larga huelga de hambre que, de alguna manera, forzó al Papa Juan Pablo II a reconocer el tema de los desaparecidos en la misa del Angelus de ese año.
Estas y muchas más acciones crearon la base para lo que fue, desde 1985, la apertura de procesos judiciales en Italia por los ciudadanos de origen italiano desaparecidos en Argentina. El primero de estos juicios concluyó en Roma el 6 de diciembre de 2000 con la condena a cadena perpetua de los generales Carlos Guillermo Suárez Mason y Omar Riveros.
Fernando Birri acompañó y participó en muchas de estas actividades, y para ilustrarlo eligió centrarse en una, cuando frente a la embajada argentina en Roma leyó a viva voz este texto:
De los diarios (esto es memoria, no es literatura):
La junta militar argentina ha declarado “oficialmente muertos” todos los desaparecidos desde 1976 hasta la fecha por decreto. Muertos por decreto.
Y hay una línea que dice:
“Si hay uno vivo lo queremos vivo” Madres de Plaza de Mayo
No, desaparecidos
El taco de sus botas
sucio
de sangre
y de cinismo,
no hundirá
vuestros nombres
en las aguas
del río del olvido.
Junta de chacales
acorralados,
querrán borrar sus huellas
sucias
de sangre
y de cinismo,
ocultar
en negra desmemoria
sucia
de sangre
y de cinismo,
vuestra memoria
de otras claras mañanas
con bombos y guitarras.
Querrán, desaparecidos
Pero la pampa es verde,
verde vuestra memoria.
No se hunde a nadie
en el olvido
por su sucio, cínico, sangriento
decreto.
Porque un viento secreto
mueve los yuyos
y como yuyos
creceremos
y nos multiplicaremos
bajo la Cruz del Sur
como yuyo infinito.
Querrán.
Pero no, desaparecidos.
Verde es vuestra, nuestra
memoria.
Verdes los yuyos.
Verde el rocío…
Birri nos mira, orgulloso, satisfecho, tiene 91 años, respira, sonríe, respira, y dice:
Queda dicho.
Y se levanta de la silla y sale, se va, luminoso, alegre, hacia la inmensidad.
*Integrantes de Mascaró Cine – (Agradecemos la ayuda de Progetto Sur, organización de ítalo argentinos en Roma, especialmente a Alfredo Gómez, Adriana Bernardotti y Eugenio Chavarría).