Trump de visita en la casa del mal
Guadi Calvo/El Furgón – Donald Trump inició su primera gira internacional en la que visita Arabia Saudita, Israel, Palestina, el Vaticano, Bruselas (Bélgica) y Sicilia (Italia). Sin duda, no será un viaje de placer aunque considerando la complicada situación política que deja en su país podría considerarlo como tal.
La crisis abierta por la expulsión del directo del FBI James Comey, que investigaba las posibles conexiones de miembros del equipo de campaña de Trump con Rusia, y la cobertura por parte del presidente a su ex-asesor de seguridad Michael Flynn, quien acaba de negarse a rendir cuentas frente al senado; y la designación, por parte del Departamento de Justicia, de Robert Mueller, exdirector del FBI y aliado de Comey, como fiscal especial para continuar con las investigaciones de Comey, sin duda alteran al presidente más que el atasco de muchas de sus medias en el Congreso, lo que prácticamente tiene paralizado al Ejecutivo norteamericano y lo que hace que el “Trump impeachment” suene otra vez con demasiada fuerza, para un mandatario que apenas tiene cinco meses en el poder y le falta la friolera de 1300 días para finalizar su administración.
Para Trump las banderas estadounidenses y saudíes, los carteles con su imagen, dándole la bienvenida, las fanfarrias sonando y los jets sobrevolando con estelas rojas, blancas y azules, como fue su llegada a Riad, contrasta mucho con el último y gélido recibimiento a su antecesor Barak Obama; habrá sido una gratificación deseada y, mucho más, si tanto jolgorio terminó coronado con un cheque de más de 110 mil millones de dólares que el reino wahabita le extenderá por la compra de armamento para “contrapesar” en la región la preponderancia que ha tomado Irán desde los acuerdo nucleares con Estados Unidos en 2015. Además se ha acordado que en los siguientes diez años, el reino comprará por valor de otros 250 mil millones, según el anuncio del ministro saudí de Relaciones Exteriores, Adel al-Jubeir, y el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, lo que le hizo exclamar a Trump: “Jobs, jobs, jobs”. Quizás con esto pueda anotarse un primer tanto en su hasta ahora negativa administración.
Como contrapartida, diecinueve empresas norteamericanas, entre ellas General Electric, Citibank y Boeing, invertirán en Arabia Saudita, lo que incluye la construcción de 150 helicópteros Black Hawk.
Sin duda, la primera parte de la gira de Donald Trump podríamos catalogarla como crónica de un éxito anunciado, ya que a nadie se le puede pasar por alto -más allá de la millonada de dólares que ha conseguido en sólo un par de horas en el reino saudita- la fuerte carga simbólica que representa que en nuevo presidente estadounidense disponga que su primera visita oficial sea al rey Salman, en el momento que ambos gobernantes necesitaban un “éxito”. Trump por todo lo expuesto más arriba; Salman por lo que significó la decadencia de las relaciones sauditas-norteamericanas durante los ocho años de Obama, y por encontrarse el reino envuelto en una fuerte crisis financiera, además de enlodado hasta las cejas en Yemen.
Lo que iba a ser una guerra que significaría poco más que un paseo triunfal para Riad, ya lleva más de dos años de lucha, habiéndole causado a toda la infraestructura yemení daños demoledores, provocado cerca de 15 mil muertos, millones de desplazados, un principio de hambruna que afectara a 20 millones de personas y una incipiente epidemia de cólera, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) posiblemente infecte entre 200 y 300 mil personas. Según los últimos datos, los afectados ya son 16 mil personas, de las que murieron 500. Si a esto se suma que UNICEF ubica en 70 por ciento a los yemeníes necesitan ayuda humanitaria, la guerra tiene un trágico sabor a derrota para el reino wahabbita.
Trump en Arabia Saudita tuvo un encuentro con los poderosos países del Consejo de Cooperación del Golfo –Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Qatar y Omán-, todos ellos insospechados sostenedores del terrorismo integrista de al-Qaeda y el Daesh.
Próximas escalas
Donald Trump, tras abandonar el reino wahabita, viaja a Israel, donde todo debería trascurrir con tranquilidad, ya que la alianza Trump con el enclave sionista está avalada, no sólo por la tradicional relación del lobby judío de Nueva York con la Casa Blanca, sino además por la promesa de campaña del magnate de instalar la embajada norteamericana en Jerusalén, dándole así de hecho a Jerusalén (al-Quds, el tercer lugar santo del Islam), status de capital israelí. Además, Trump lleva en su comitiva nada menos que al esposo de su hija mayor y principal asesora, Jared Kushner, un consumado sionista. El matrimonio debió solicitar un permiso especial de un rabino para poder volar en el sabbat, el día sagrado de los judíos ya que Ivanka debió convertirse al judaísmo para poder casarse en 2009.
Jared además cuenta con el “honor” de ser amigo personal de Benjamín Netanyahu, por lo que sería sumamente extraño que algo pudiera salir mal.
El pacto nuclear firmado por Obama con Irán ha sido la piedra del escándalo, tanto por parte de Riad como de Tel Aviv. La diatriba que viene sosteniendo Trump contra dicho acuerdo nuclear y el levantamiento de sanciones sin duda ha sonado como música celestial para Salman y Netanyahu, que esperan un cambio de rumbo en la Casa Blanca con nuevas sanciones e intervenciones armadas contra Siria e Irán, los grandes enemigos de la alianza sionista-wahabita, tal como sucedió con el ataque como misiles Tomahwaks contra la base militar del ejército sirio de al-Shairat, el 7 de abril pasado.
Nunca sabremos cuánto de casual ha sido que el viaje de Trump haya coincidido con las elecciones presidenciales en Irán, donde se ha vuelto a imponer el sheik Hasan Rohani, un moderado que ya ha mostrado sus intenciones pacifistas.
Ya en Europa, después de Palestina -su última escala en Medio Oriente-, Trump tendrá una entrevista con el Papa Francisco, donde se espera no se produzcan grandes cuestiones, ya que sin duda éste será un primer round de dos pesos pesado que sólo intentarán medirse.
La gira de Trump tendrá una escala fundamental en Bruselas, donde el presidente estadounidense pondrá orden con los líderes de la OTAN, planteando sus políticas sobre los lugares donde la OTAN junto a los Estados Unidos tienen cuentas pendiente: Libia, Irak, Afganistán, Somalia y, como gran incógnita, Siria. Además, Trump estará muy interesado en discutir el tema de las aportaciones de los países miembros, como también lo plateó en su campaña.
El viaje se cerrará en Italia, en Sicilia, en una cumbre del G7 donde mostrará músculo. El “America first, America first” se convertirá en el gran hit de la reunión. También se discutirán cuestiones como su diferencia con el Acuerdo de París sobre cambio climático y el tratado nuclear con Irán, en el que participan todas las grandes potencias.
Trump retornará a Estados Unidos cargado de recuerdos, condecoraciones y propuestas, pero fundamentalmente de dudas, intentando saber si ha sido su primera gira presidencial o la última.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.