Un pelado suelto en Olavarría
Jorge Arabito/El Furgón* – El miércoles Luca Prodan cumplió 64 años. El líder de Sumo marcó para siempre la escena de la cultura argentina. Desenfrenado y poeta, directo y sincero, Luca fue uno de los músicos que, en apenas unos años, transformó al rock del país. En El Furgón publicamos esta pequeña historia que, como tantas otras, tiene como protagonista a un italiano que con su voz describió a la Argentina de la década de 1980.
Sucedió en diciembre de 1982, en un pueblo del centro de la provincia de Buenos Aires. La entonces “Capital del Cemento” cobijó un multidisciplinario Encuentro de las Artes Vivas en el que participó un ignoto italiano llamado Luca Prodan.
Con la dictadura militar en plena retirada, y la cultura del rock como estandarte, un grupo de jóvenes locales; Quique De Olaso, Miguel Mugueta, y Daniel Puertas entre otros, habían quedado fascinados por un encuentro multidisciplinario de artes realizado el año anterior en Azul. Allí habían conocido a Jorge Pistocchi, imprescindible gestor de revistas del movimiento, quien los invitó a otro encuentro en Palermo, donde palparon la convivencia de expresiones de las diversas áreas artísticas: música, plástica, poesía, danza, cine, fotografía.
Quedaron tan impresionados que pensaron que se podría hacer lo mismo en Olavarría. Y con los escasos elementos que tenían a mano, comenzaron a convocar a “la crema” del rock de la época para que vinieran “de onda” a la ciudad. Plata no había, pero los músicos querían ir. Viajes, llamadas, charlas en recitales, canjes con hoteles. Así se organizó todo.
Sin embargo, el encuentro fue boicoteado desde Buenos Aires cuando algunos organizadores le dijeron a los músicos invitados que se había suspendido, y por eso ni Miguel Abuelo, ni el Negro Fontova ni Los Violadores fueron. Entonces ocupó su lugar un grupo llamado Sumo, que venía sonando muy bien en el under.
El programa se completó con Krisha Bogman y la Pesada de la Danza, Aldo Altairac (un bandoneonista que se acercaba al rock y tocaba con Miguel Cantilo), Los Babydolls (una banda de rock sureño), Alerta Roja (la primera banda punk argentina), Andy (el guitarrista de La Fuente que tocó junto a Nestor Chiodi), Convoy, La Patada de Azul, el mimo Angel Iucovac y gente del Cine Club Jaen. La oferta se remató con manifestaciones artísticas locales: escuelas de danzas españolas, muralistas, audiovisuales, teatro, ballet…
Como le contaron los organizadores a Victoria Ennis en una nota de 2008 para El Umbral, suplemento del diario El Popular: “los músicos querían tocar”. El circuito del rock aún no existía, y ellos aprovechaban todos los caminos disponibles hacia la popularidad que querían alcanzar.
Hay fotos que nunca fueron tomadas y sólo existen en la memoria de los organizadores: en sus casas durmieron los músicos, comieron fideos con aceite, y se fumaron la vida en el colectivo que los trajo al recital.
Luca estuvo en Olavarría. Cuentan que vació la heladera de la casa donde se alojó. Que mientras tocaba juntó basura del escenario y dijo: “Nito, esto es para vos”, aludiendo a Nito Mestre. Una trabajadora social de la ciudad, entonces casi adolescente, cuenta que los músicos se instalaron en su casa y Luca en la de enfrente, donde vivía un estudiante de ingeniería amigo. “Luca era muy tierno, cuando podía conectarse –evoca y agrega–: un tipo muy pacífico y sensible que, fuera del escenario, era como que sobrevivía y cuando subía cobraba vida y una potencia increíble, pero estaba gran parte del tiempo durmiendo o drogado fuera de allí”.
Los músicos volvieron juntos en un colectivo que tenía que pasar por la casa de Mugueta en Azul. Cuando pararon y abrió el garage se vieron los equipos armados, pues esa era la sala de ensayos de La Patada. Entonces bajaron todos y se armó una gran zapada con Luca como cantante. Eran las tres de la mañana y sonó sin descanso el rocanrol en el barrio costanera. Héctor Ruso Mañandes, fundador y líder del grupo, guarda como tesoro una grabación de ese momento irrepetible.
El encuentro fue claramente un fracaso, por el desmadre en la organización, ya que eran pocos, sin ningún apoyo financiero ni de difusión. Y fue muy poca gente. Quien escribe este artículo, hizo entonces la crónica para el vespertino local Tribuna y la tituló: “Lo que te perdiste”, lamentando el esfuerzo de una quijotada que naufragó por el desinterés de un público prejuicioso y dejó muy solos a quienes intentaban impulsar a músicos que todavía no eran famosos. Como Luca.
La nota no mencionaba a Luca. Un año después, Sumo era un huracán. Vino a Olavarría cuando era un ignoto italiano que cantaba raro. Casi nadie fue a verlo en ese momento, aunque después miles dicen haber estado en el gimnasio de Racing, esos días de diciembre de 1982. Muchos se enterarán hoy de esa visita. No casualmente quince años después, la misma ciudad prohibiría a Los Redonditos. Pero para entonces, Luca ya estaba en el cielo del rock.
*Artículo publicado en la revista Sudestada N° 135, diciembre de 2014