Luchando por el metal: poemas desde los suburbios
El periodista y escritor Gustavo Grazioli publica un nuevo libro, con un título demoledor: Luchando por el metal, una compilación de poemas desde los suburbios y editado por Peces de ciudad.
En El Furgón, del cual Grazioli es colaborador, presentamos el prólogo del escritor Kike Ferrari y dos poemas incluidos en el libro, que verá la luz el próximo 6 de mayo y se presentará ese mismo día a las 20 en Espiche, Humberto Primo 471 (San Telmo, Caba).
Prólogo
Poesía, claro, está casi siempre fuera del poema: es la zurda del Beto Alonso, la mirada de ella cuando está por acabar, las voces enronquecidas de una multitud que grita que se va a acabar la burocracia sindical, el rebote del sol en una botella de cerveza una tarde cualquiera de invierno, el momento exacto en que Lemmy frena la aplanadora Motorhead para gruñir que no quiere vivir para siempre.
¿Y en los poemas, qué? ¿Dónde está la poesía en los poemas? ¿Qué clase de conmoción, de emoción, de golpe buscamos ahí? O mejor: ¿qué emociones y conmociones encontramos en un poema que nos golpea?
Al contrario que en la narrativa, en los poemas me interesa la voz. La experiencia vital. Quiero decir: me importan menos los recursos técnicos que la profundidad del estiletazo. Menos los rostros de las historias que los reflejos que producen en el agua, generalmente tumultuosa, del poema: Rimbaud y Homero Expósito, Raymond Carver y Tom Waits, Bukowski y Acho Estol, Fabián Casas y William Blake, Vallejo y Mario Castells, Baudelaire y Trotsky.
Grazioli sabe que la poesía está hecha de riesgos masivos. Que es todo menos un mal menor. Y que, aunque se construya en el violento oficio de la soledad, está -también, sobre todo- en lo que aprendió en un cruce de esquinas de Bonzi, en los discos que escuchamos, los compañeros que elegimos, los goles que gritamos. La poesía de Grazioli -su voz, su experiencia vital- dan cuenta de que ni leer a Balzac y a Tolstoi, ni escuchar a Zappa nos sacan del grado cero del día, del que sólo salimos con otros. Con nuestros amigos, nuestros hermanos, nuestros camaradas. En Grazioli, poeta lumpen, la poesía no es un hecho individual, como no lo son el fútbol, el sexo, la política, la amistad, el rock.
Este no es un libro para los amantes de las torres de marfil. Es un libro para leer en el tren. Elque te acerque -o te aleje- de esa esquina en la que lo aprendiste todo.
Kike Ferrari
Buenos Aires, 10 de marzo de 2017
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Desde el sentido común
nadie dijo basta en el horror
cómplices, cómodos y bien pagos
seguimos comiendo de la mano del sinvergüenza
nos pusimos detrás para imitar lo peor
arengamos por más
le dijimos que sí al desprecio
cantamos esa estrofa una y mil veces
ayudados por un coro deshonesto
forrado en claves sanguíneas
que desoye la fatalidad
¿Cuánto estamos ahorrando en pensamiento?
El gil, “comunacho”, se desvive por el mango
sin elementos sofisticados y canta el tango de la piedad
dejando a un lado las entrelineas.
La desesperación corretea al tiempo
es de dicho popular, sí
pero el capitalismo sobrevive dentro del mantra
al que madruga Dios lo ayuda
Alplaxolandia
sombras en el asfalto
un final del día y el susto de mañana
me echan o no me echan
sobrevivo a la incertidumbre
en el planeta de los calmantes
en la industria fabricó el siglo XXI