¿Toto Caputo en andas?
Luis Caputo, ministro de Economía del gobierno de Milei, renegoció con el FMI la deuda que él mismo contrajo. Como ex ministro de Finanzas de Mauricio Macri, el bueno de Toto duplicó la deuda pública con el sector privado en apenas dos años y medio de gestión y la triplicó con organismos internacionales.
Ahora anunció el reflotamiento del “acuerdo” que se había caído por los incumplimientos del gobierno de Alberto Fernández. El Fondo Monetario Internacional (FMI) enviará los dólares necesarios para pagar los vencimientos hasta abril (US$ 4.700 millones), pero no ofrecerá dólares adicionales para reforzar las menguadas reservas. Por fuera del acuerdo, el país deberá pagarle al Fondo U$S 720 millones en febrero en concepto de intereses.
Ya más distendido, el endeudador serial, en línea con sus compañeros del gabinete nacional -seguramente ‘el segundo mejor equipo de los últimos cincuenta años’-, en el mismo tono amenazante señaló que “si no se aprueba la ley, habrá medidas más duras y la gente sufrirá más”. Su compinche, Santiago Bausili, al frente del Banco Central, lo complementó: “El FMI está cómodo con las medidas que hemos tomado”. Bajo la gerencia de Gita Gopinath, el Fondo da unas palmaditas al gobierno, sólo ‘pagando por ver’ hasta donde logra avanzar el gobierno de Milei… y espera.
Y ahora que deberíamos hacer: ¿llevar a Caputo en andas?, según la expresión del presidente Milei. La inflación de diciembre solo alcanzó a 25,5%. Los precios acumularon una suba de 211,4 % durante 2023, el índice más alto desde 1990. Para los alimentos y bebidas no alcohólicas el salto fue de 251,3 % en el último año, un golpe enorme a los bolsillos populares.
Hoy para no caer en la pobreza una familia de cuatro personas, dos mayores y dos niños, necesitó $494.791 según el Indec (que no toma en cuenta el alquiler de la vivienda). Para escapar de la indigencia y cubrir las necesidades de la Canasta Básica Alimentaria fueron necesarios $290.411.
La aceleración inflacionaria es algo buscado por el equipo gubernamental. Milei se monta sobre la base de una muy alta inflación de alrededor del 10% mensual y cercana al 200% anual que dejó el gobierno de la troika Fernández-Fernández-Massa, impulsando una política de choque para acelerar el ajuste y pulverizar salarios, ingresos populares y jubilaciones.
Mientras tanto la ex presidenta Cristina Fernández, desde su residencia en El Calafate, dice que el peronismo no debe apurarse en confrontar con Javier Milei y hay que esperar hasta que el presidente sea visto por la sociedad como el responsable de las medidas de ajuste en curso. En la misma dirección se manifestó su hijo, quien la acompaña hasta fin de mes en una pausa de su frenética actividad política: “La campaña del miedo no funcionó, ahora hay que esperar”, dice Máximo a sus allegados “No voy a movilizar a La Cámpora ahora porque es hacerle el juego a Milei”, agregó el hijito.
Es la misma línea que bajó Sergio Massa la semana pasada, cuando manifestó que el paro de la CGT le parecía apresurado. “Si a 45 días le hacés un paro general, a los 90 días, ¿qué hacés? ¿Un bombardeo?”.
Lo mismo repiten los movimientos sociales cooptados por el peronismo: UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular), Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie, y otros; en donde creen que a Milei hay que darle un mínimo de 100 días antes de salir a la calle.
Parece que estos mensajes llegan al Congreso. Y la firmeza inicial de la bancada del peronismo y aliados, comienza a derretirse. Unión por la Patria (UP) parece resignarse a que el gobierno tenga su “ómnibus” pero, eso sí, en una versión un poco más moderada.
Seguramente no pocos diputados y senadores de esta ‘oposición’ estarán preguntándose ¿cuándo será el momento de llevar a Javier Milei en andas? con la esperanza de que en 15 años todo mejora.
Cuidado, aquí abajo, como escribía José María Arguedas: “¿No lo siente?… Es como si un río subterráneo empezara su creciente”.