sábado, febrero 15, 2025
Nacionales

La plaga Monsanto

Agustina Lanza/El Furgón* – Matías Filardi señaló con un dedo hacia adelante. “Allá en el décimo piso están las oficinas de la empresa estadounidense Monsanto. No es casual que nos reunamos acá”, dijo al micrófono. Frente al monumento de la Plaza San Martín de Retiro, un grupo de más de 50 personas lo escuchaba con atención. Filardi, abogado especializado en derechos humanos y soberanía alimentaria, fue uno de los que se sumó este sábado a las charlas previas a la Marcha Mundial contra Monsanto. Por quinto año consecutivo, Argentina integró la lista de las 400 ciudades del mundo que participaron del repudio a la empresa que vende semillas transgénicas, agrotóxicos y eventos biotecnológicos.

Hace dos meses, un tribunal civil en La Haya acusó a la multinacional de ejercer prácticas ilegales que generan daños humanos y ecológicos. Los jueces la encontraron culpable de ecocidio. “Señalaron que hubo una violación al derecho a la salud, al ambiente sano, a la alimentación y a la libre investigación científica”, explicó Filardi.

Monsanto 2

El dictamen servirá de recomendación a la Corte Internacional Penal de La Haya. El tribunal generó las pruebas suficientes para llegar al juicio. Sin embargo, el ecocidio todavía no se reconoció como un delito de lesa humanidad: no está tipificado ni incorporado en el Estatuto de Roma, el documento de la Corte que reúne los crímenes más graves contra los derechos humanos. El tribunal insiste con que se agregue. De ser así, las corporaciones podrán ser juzgadas por esa acusación al igual que cualquier persona.

Había empezado a llover. Patricia se puso la capucha de la campera y miró su reloj. Faltaban dos horas para marchar hacia el Obelisco y unos pocos minutos para empezar su clase abierta “Rebelión en el aula”. “Estoy comprometida con esta problemática desde que me informé. Soy docente de literatura de adolescentes y adultos. Pero siempre busco la excusa de hablar de las consecuencias del uso de agroquímicos. El objetivo del taller es crear conciencia y generar una herramienta pedagógica para educadores”, explicó a El Furgón. Los jóvenes la esperaban sentados en círculo debajo de un árbol.

Monsanto 3

Monsanto no es la única empresa que se dedica a la venta de semillas genéticamente modificadas. Pero lidera la producción a nivel mundial. En 2016 fue adquirida por la farmacéutica alemana Bayer y la fusión de ambas está siendo investigada por las autoridades estadounidenses. De acuerdo a la ley antimonopolios de ese país, la multinacional concentraría el 70 por ciento de la propiedad de la superficie de los campos de algodón.

Del problema, una negación

La gente aplaudía a un hombre que cantaba una versión adaptada de Sólo le pido a Dios de León Gieco. Al lado de una bandera que decía “No a la coexistencia con el agronegocio”, estaban Agustín y Merlina, dos amigos que fueron a apoyar la causa. Se habían enterado de la marcha por redes sociales. “Nos identificamos con el activismo. Me da mucha bronca que arruinen nuestras tierras y que maten o enfermen a las personas que viven cerca de las plantaciones rociadas con agroquímicos”, expresó Merlina a El Furgón.

Monsanto 5

En 2011 llegó a juicio el primer caso de homicidio por agrotóxicos. Santiago Arévalo, de cuatro años, murió de intoxicación después de jugar con su prima Celeste a pocos metros de una tomatera, en la localidad correntina de Lavalle. El propietario de esas tierras, Ricardo Prieto, había rociado las plantas con Endosulfrán, un químico que servía para eliminar y ahuyentar insectos. Celeste estuvo internada varios días en el Hospital Garrahan y se salvó, pero Santiago no. La autopsia confirmó que lo mató el plaguicida, pero la justicia no encontró culpable a Prieto y lo absolvió en 2016.

Meses después de la muerte de Santiago, el Servicio Nacional de Seguridad y Calidad Alimentaria (SENASA) prohibió el uso del Endosulfrán. Sin embargo, la misma normativa autorizó a seguir aplicándolo hasta 2013. Los especialistas en el tema aseguraron que era por una cuestión de stock: una pérdida millonaria para las corporaciones.

Monsanto 1

Al lado del monumento, Paula hizo una fila larga para recibir un plato de guiso con garbanzos, porotos colorados y pallares. “Hay que ser conscientes de lo que nos llevamos a la boca. Estamos acostumbrados a comer placebos o alimentos sin sabor”, dijo. Ese sábado, la olla popular “Troilo y Corrientes” aceptó participar del evento. Hernán, uno de sus integrantes, cortaba verduras en una mesa improvisada con tablones de madera mientras sus compañeros servían. “Nos están arruinando la vida gratis; de manera directa o indirecta. La información está, pero en los medios masivos aparece negada. Si uno tiene contacto con el campo sabe que hay una comida natural y una química”, explicó.

Hace unos días se viralizó por las redes la orden del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de prohibir el uso del término “agrotóxico” en sus documentos. Deberán reemplazar la palabra por “productos fitosanitarios” o “agroquímicos”. Fue después de que se conociera una información del SENASA acerca de la contaminación de frutas y verduras: el 60 por ciento de la producción destinada al Mercado Central de la capital del país, Mar del Plata y La Plata posee restos de esas sustancias. Hernán Trebino, director del Centro Regional, aseguró que el empleo de la palabra “agrotóxico” presupone un uso inadecuado de una alternativa que “bien empleada” no debería ser riesgosa.

Monsanto 6

Argentina como ejemplo

Javier Souza Casadinho, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA y coordinador regional de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina (RAP-AL), tomó el micrófono: “La empresa Monsanto no es nueva. Está hace más de 60 años en nuestro país. Si hurgan en revistas viejas se van a dar cuenta que empezó vendiéndonos plástico. Después nos ofrecieron las semillas transgénicas, el glifosato y otros plaguicidas como el ‘Paraquat’”.

En 1996, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación autorizó el primer evento transgénico: la soja resistente al Roundup o glifosato, una siembra preparada genéticamente para aguantar mayor cantidad de veneno. En 2009, el científico argentino Andrés Carrasco advirtió sobre los efectos letales que causaba en los embriones. “Desde el punto de vista ecotoxicológico, lo que sucede en Argentina es casi un experimento masivo”, dijo ese año en una entrevista con Página/12. Al día de hoy no existe ninguna ley que regule el uso de los herbicidas en nuestro país.

En la Plaza San Martín seguían hablando especialistas. Fue el turno de Myriam Gorban, coordinadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria en la Facultad de Medicina de la UBA. Aseguró que hay que evitar la fragmentación de los colectivos de lucha y propuso organizar una marcha federal que empiece en Jujuy y termine en Ushuaia. “Te lo digo, te lo canto, fuera Monsanto”, dijo Gorban agitando una mano y los demás lo repitieron. Estaban listos para marchar hacia el Obelisco.

*Fotos: Colectiva Fotografía a Pedal (www.facebook.com/colectivafotografiaapedal)