viernes, enero 24, 2025
Por el mundo

Sahara Occidental: Crónica de un pueblo en el exilio

Juan Ignacio Orúe, desde Suiza/El Furgón – Cuando explotó otra bomba de racimos en el barrio, y todo se derrumbaba en la ciudad de Zouérat, en Mauritania, la madre de Omeima Abdeslam levantó del piso a su hija de cinco años entre la nube de polvo que se mezclaba con la histeria y el llanto, sin advertir la sangre que le había saltado a la cara y el cuello desde el pecho deshecho. En medio de los escombros dejó de pensar en el ejército de ocupación marroquí y en los padecimientos diarios que sufría su país, Sahara Occidental, en el norte de África. Sólo atinó a cubrir a la niña. Después sí, reaccionó y pudo sentir y ver su cuerpo diezmado, su ropa manchada de rojo en aquella mañana de 1978.

-La imagen de mi madre ensangrentada es inolvidable hasta hoy- dice Abdeslam en una de las mesas del bar Serpent, en el edificio E de las Naciones Unidas, en Ginebra, Suiza-. Por culpa de este recuerdo, por el terror a la sangre, no pude estudiar medicina. Hubiera querido ser médica. En ese momento empezamos a gritar junto a mi hermana. Se acabó el bombardeo y mi madre fue a un hospital. El perdigón aún hoy queda en su pecho: es algo duro que le quedó ahí. Mi familia sufrió los tres enemigos de mi patria. Primero fuimos perseguidos por los españoles, después por los mauritanos y luego por los marroquíes. Esta es la historia de Sahara Occidental.

El grito, la desesperación de una niña, la sangre por doquier, el caos, el derrumbe, la vulnerabilidad y la inestabilidad constante agitan los últimos 41 años de la nación africana, ubicada a menos de 100 kilómetros de las Islas Canarias.

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Único país del continente que aún no fue descolonizado, está ocupado desde 1975 por el reino de Marruecos luego de la dominación española que se extendió más de 70 años hasta la muerte del dictador Francisco Franco, quien había anexado al llamado “Sahara Español” como la provincia 53 del país europeo.

Nacida el 14 de abril de 1973, en El Argoub, hacia la costa sur de Sahara Occidental, Abdeslam es la referente en Suiza del Frente Polisario (Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro), un movimiento saharaui nacionalista fundado en 1967.

Mientras habla, miembros de las misiones permanentes de todos los países van y vienen junto a relatores expertos en tortura, minorías y refugiados, entre otros temas, que entran y salen de las diferentes salas en las que se discute sobre derechos humanos, en el ámbito del debate del Consejo de la ONU. Junto a ella está sentada El Ghalia Djimi, compañera del frente nacionalista saharaui.

Marruecos esgrime argumentos económicos, históricos y culturales para legitimar su reclamo sobre el territorio, parte del llamado Gran Magreb. La Corte Internacional de Justicia reconoció la influencia marroquí en la zona, pero sostuvo que esos lazos no son suficientes para demostrar que tiene derecho sobre la soberanía.

La exigencia de independencia y autodeterminación de Sahara Occidental ya era contundente desde la década de 1960, incluso con apoyo y resoluciones de Naciones Unidas, pero el calvario continuaba con rumbo incierto. Por la presión internacional, Franco convocó a un referéndum, censó a la población pero la iniciativa se truncó.

marruecos-reyEl rey de Marruecos, Mohamed VI, considera inaceptable otorgar la independencia porque eso pondría en duda la unidad del reino. “Uno es patriota o es traidor. No hay terreno neutral”, dictaminó en un discurso que brindó el 9 de noviembre de 2009, en un nuevo aniversario de la llamada “Marcha Verde”, la invasión de 25 mil soldados y 350 mil civiles que desplazó a la población saharaui el 6 de noviembre de 1975, bajo el reinado de su padre y antecesor, Hassan II.

La rigurosidad de su mensaje y la apuesta política y militar quedó clara más adelante, en otro tramo de su alocución, cuando se refirió a los mártires caídos. “Creo que el mejor homenaje que podemos ofrecerles es manteniendo nuestra promesa de no renunciar ni negociar ni un sólo gramo de arena de nuestro Sahara”. Ni un sólo gramo.

-Marruecos arrasó a la población con armas sofisticadas, aviones, incluso napalm- sostiene Abdeslam.

Así, el 14 de noviembre de 1975, en el llamado Acuerdo Tripartito de Madrid, España se desligó del territorio. Marruecos atacó por el norte y Mauritania por el sur, repartiéndose Sahara Occidental, que posee uno de los yacimientos de fosfato más importantes del mundo, fundamental para la industria alimenticia. También tiene una zona pesquera con los caladeros (espacios marítimos que favorecen una pesca abundante) más deseables de África, además de reservas de petróleo y gas.

La ocupación de Marruecos obligó a gran parte de la población civil saharaui a desplazarse a la ciudad de Tinduf, en Argelia. Allí instalaron un campo de refugiados que perdura hasta hoy con alrededor de 180 mil personas, lugar en el que Abdeslam vivió entre 2000 y 2007.

-Luchamos contra la ocupación ilegal de Marruecos. En 1979, el Frente Polisario consiguió que Mauritania se retirara del territorio, pero Marruecos ocupa gran parte. La guerra duró hasta 1991. El Consejo de la ONU declaró el alto el fuego e implantó la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental hasta hoy -señala Abdeslam-. Hubo un intento por realizar el referéndum de autodeterminación pero el proceso está estancado. El Polisario es un frente de paz, nunca cometimos un acto terrorista, pero ya pasó mucho tiempo. Los más jóvenes quieren volver a la lucha armada.

-¿Cómo obtiene las armas el Frente Polisario?

– Eso no lo voy a responder.

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Abdeslam estudió en Cuba como muchos de sus coterráneos. Se recibió en la carrera de Ingeniera en Telecomunicaciones gracias a las becas que ofrece el gobierno caribeño a los países del Tercer Mundo. Habla con cariño, alegría y nostalgia de su vida en la Isla de la Juventud y Santiago de Cuba, donde vivió más de 10 años. Recuerda que todo se compartía con humildad y despojo.

Tras esa etapa se instaló en Tinduf entre 1995 y 2007, levantó una escuela para mujeres e hizo un trabajo, dice, de empoderamiento, de revalorización de género, en un terreno hostil con temperaturas que llegan a 1 grado en invierno y a 60 en verano, en una geografía desapacible frecuente de sirocos, tormentas de arena que paralizan gran parte de la vida cotidiana, signada por la supervivencia e incertidumbre.

Su vida europea comenzó en España. Trabajó de intérprete en juzgados de Las Palmas, en Canarias, también en escuelas y hospitales. En 2010 abrió una oficina del Frente Polisario en Finlandia y desde 2013 reside en Ginebra. Está casada y tiene tres hijos: una niña de 15 años, que nació en un campo de refugiados, y dos niños europeos, de 8 y 3 años. Sólo el menor vive con ella y su marido, un ex combatiente del Polisario que se gana la vida en trabajos de limpieza.

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-La historia de mis hijos representa la historia de mi pueblo. Mis hijos están desarraigados, no tienen un hogar al que regresar. Es una decisión arriesgada decidir dónde tu hijo va a nacer, pero muchas veces no tenemos opción de escoger y dejamos que la naturaleza actúe. Es muy triste a veces, es muy duro todo esto.

Abdeslam habla francés, inglés y árabe; entiende portugués e italiano. Pero cuando pide la palabra se manifiesta en español por el derecho a la autodeterminación e independencia de su pueblo; a veces, cuando termina su intervención, los representantes de Marruecos le responden sin demora.

-Para los saharauis hablar en español es una reivindicación política y cultural. Mi país es el único del mundo árabe que lo habla por la colonización española. Nosotros no hablamos francés como los marroquíes, ni las mujeres saharauis nos vestimos como las marroquíes- explica, mientras señala su “malhfa”, un vestido colorido de una pieza que le cubre todo el cuerpo, de la cabeza a los pies y que, confiesa, a veces le incomoda para subir y bajar escaleras. La confección de la tela, explica, es beneficiosa para la mujer árabe, acostumbrada al calor del desierto.

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Con el objetivo de controlar aún más el territorio, Marruecos construyó en la década de 1980 un muro de más de 2600 kilómetros en seis etapas. Atraviesa de norte a sur a Sahara Occidental y está vigilado por miles de soldados, carros blindados, minas, radares y aviones en toda su extensión de arena, piedra y zanjas profundas.

Un tramo alcanza la frontera argelina, a pocos kilómetros de los campos de refugiados de Tinduf, que ya son seis. Se tratan de asentamientos precarios con casas de adobe. Cuentan con dispensarios, escuelas, hospitales y negocios comerciales, organizados social y económicamente por el Frente Polisario y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), gobierno  formado en el exilio el 27 de febrero de 1976.

Allí vive refugiada Djimi, que es vicepresidenta de una asociación que defiende los derechos humanos saharauis.

polisario-campamento-El Frente Polisario ordena la vida en los campamentos y permite el desarrollo privado, hay pequeños negocios y lugares para comer -explica Djimi-. Somos un frente político e ideológico. Marruecos tiene apoyo de Israel, Estados Unidos y Francia.

El desarrollo de una vida más o menos ordenada en Tinduf depende exclusivamente de la ayuda internacional. ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados), el PAM (Plan Alimentario Mundial) y diversas ONGs reparten una canasta básica, por día y por persona. La canasta incluye 300 gramos de harina, 50 gramos de cebada y legumbres secas, 20 gramos de pasta, 7 gramos de té, leche para niños y poco más. Sin frutas, verduras ni carnes, alcanza para la mitad del mes.

La misión de Naciones Unidas no aporta alimentos. Su única función es vigilar el cese del fuego e implementar el referéndum. En general, los saharuis están conformes con la ayuda humanitaria, pero no con la manera en que el Consejo de Seguridad aborda la situación.  La queja más fuerte es contra Francia.

-Cada vez que el Consejo está llegando a un consenso para programar el referéndum, Francia pone piedras en el camino. Tiene poder de veto -dice Djimi-. Bloquea la acción de las Naciones Unidas. Eso impide una solución pacífica del conflicto.

Djimi nació el 28 de mayo de 1961 en Agadir, al sur de Marruecos. Es técnica en agricultura y trabajó en El Aaiun, capital de Sahara Occidental. La crió su abuela, que está desaparecida desde hace 32 años.

Denuncia que en 1987 el ejército de ocupación detuvo a centenas de ancianos, hombres y mujeres y torturó a muchos de ellos. Desde el 20 de noviembre de ese año hasta el 19 de junio de 1991, Djimi estuvo desaparecida en un centro de detención en el que padeció tortura psicológica y corporal. Cuenta que la ataron sobre una mesa con una cuerda en los pies y manos. Sus dos verdugos le arrojaron en la cabeza una mezcla de azufre, agua, sal y pis mientras tenía los ojos cubiertos; a los tres meses pudo bañarse y lavarse el pelo, que perdió por completo.

Djimi toma una birome azul y dibuja su calvario sobre un papel blanco. Abdeslam la mira en silencio. Anota fechas, años, cantidad de muertos, de mujeres torturadas, los metros cuadrados del patíbulo, recuerda a compañeras que nunca más volvió a ver, el olor a cerdo que tenía la celda. Habla suave y firme.

-Tenía 26 años cuando me detuvieron. Me vendaron los ojos a lo largo de todo el cautiverio, tengo mordeduras de perro en el brazo, usé dos años un sólo vestido sin poder quitármelo, mataban a los puercos en el lugar donde estaba detenida. Finalmente me liberaron por la presión de Amnistía Internacional.

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El 29 de abril de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU prorrogó un año más la misión permanente en Sahara Occidental luego de que el gobierno marroquí expulsara a 73 de sus miembros como respuesta a las declaraciones que realizó Ban Ki-moon, secretario General de Naciones Unidas, tras la única visita que hizo a los campos de refugiados en marzo pasado, en sus diez años como máxima autoridad.

Marruecos consideró hostil e insultante que Ban Ki-moon hablara de Sahara Occidental como un territorio ocupado. La propuesta oficial es negociar “la autonomía de la región en el marco de la soberanía del Reino y la unidad nacional”. Consta de 34 puntos y está dividida en tres apartados: compromiso de Marruecos para una solución política definitiva, propuesta básica y proceso de aprobación y aplicación de la autonomía.

Esta iniciativa, sostiene el reino marroquí, es parte de la construcción de una sociedad democrática y moderna, basada en el estado de derecho, las libertades individuales y colectivas y el desarrollo económico y social. Como tal, trae la esperanza de un futuro mejor para los pueblos de la región, poniendo fin a la separación y al exilio, y promueve la reconciliación.

El 14 de junio pasado, durante el debate general del informe anual del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, la Asociación Americana de Juristas, en nombre de otras ONGs, dejó clara su posición: “El Alto Comisionado y el Secretario General no pueden ser observadores simplemente a menos que consideren que la población de este territorio no sufre la ocupación. El Alto Comisionado y el Secretario General han sido llamados a garantizar la aplicación del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui”.

La Federación Mundial de la Juventud Democrática se expresó ocho días después en el Consejo de Derechos Humanos. En ese ámbito pidió que se vigile de cerca “la situación de los activistas saharauis detenidos en las prisiones marroquíes”.

-Los saharuis no tenemos problemas con el pueblo marroquí -aclaran Abdeslam y Djimi-. Y entendemos que muchos se hayan instalado en Sahara Occidental en búsqueda de mejores condiciones de vida. Ya hay dos generaciones de marroquíes viviendo allí. Nuestro problema es con el reino de Marruecos, que también usurpa nuestros recursos naturales. Además de fosfato y petróleo, en Sahara tenemos melones y pepinos.

-¿A usted les gusta los tomates cherry que se venden en Suiza?- pregunta Abdeslam-.

-Sí. Son muy ricos.

– Claro. Muchos vienen de Dakhla, desde Sahara Occidental. Pero mire bien la etiqueta: dice que son de Marruecos.

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Con una participación de 2500 delegados de todo el mundo, el Frente Polisario realizó un congreso extraordinario en el campamento de Dakhla el 8 y 9 de julio para elegir un nuevo presidente, tras la muerte de Mohamed Abdelaziz, líder histórico del movimiento de liberación, que falleció el 31 de mayo de este año.

La votación se realizó tras una propuesta del Buró Ejecutivo y hubo un espacio para promover varios candidatos, pero finalmente se presentó uno por consenso: Brahim Ghali. Votaron 1895 personas de las 2433 que tenían derecho: 1766 fueron positivos, 65 en blanco y 64 nulos. Ghali se convirtió en el líder máximo del Frente con el 93,16% de los sufragios.

frente-polisarioMiembro fundador del Polisario, pertenece al ala radical del movimiento. Fue ministro de Defensa, delegado en España y embajador de la RASD en Argelia; Abdelaziz, en cambio, siempre creyó en la comunidad internacional, abogó por el diálogo y la solución pacífica.

-Ghali es una persona seria, tiene todos los requisitos para ser presidente, le deseo lo mejor- dice Abdeslam en la sede del Polisario en Ginebra-. Ojalá pueda acabar de una vez por todas con el sufrimiento del pueblo saharaui.

Abdeslam estuvo en la elección, votó como delegada y habla con preocupación. Dice que hay una bronca contenida, que la juventud no puede esperar más y que, tal vez no queda otra opción que volver a las armas después de 16 años de guerra y 25 de proceso de paz.

-Cuando se revisa la historia del conflicto aparece información que compromete al Frente Polisario. Son denuncias por violación a los derechos humanos.

-Marruecos creó una campaña propagandística contra el Frente Polisario. Tienen una maquinaria de amplificación muy potente. Dicen que vendemos las ayudas humanitarias. Nunca pudieron probar nada en los foros internacionales de manera consistente. Somos un movimiento serio y creíble en ONU, somos el único movimiento de liberación que ha firmado las Convenciones de Ginebra. Toda la ayuda que recibimos llega a los campamentos directamente. El Polisario en ningún momento es parte del proceso de la cadena de repartición de la ayuda. En cuanto a las violaciones de los derechos humanos es verdad. Al principio de la liberación hubo excesos, el Frente Polisario pidió perdón y el tema está cerrado.

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Abdeslam revisa su laptop en una habitación pequeña de la sede del Polisario. Enseña fotos de los campos de refugiados, de la elección, de compañeros compartiendo una cena; también muestra un video con hombres y mujeres que aplauden y cantan: asegura que son miembros del Partido Comunista de Marruecos que apoyan la reivindicación saharaui.

-Estuve con mi madre- dice.

-¿Cómo está?

-La vi débil, angustiada. Ella pensó que íbamos a volver a nuestra tierra, pero está en una etapa de resignación. Morirá en el desierto, como mi padre. Si uno le habla del futuro, dice “yo no lo veré”, “para qué necesito comer”. Es un sentimiento general en los campamentos: el proceso no avanza, está estancado en el desierto, en condiciones extremadamente duras. La gente no puede planificar su vida. Le hablo de un desierto. Hay mucha desesperación.

Y al rato dice: “Cualquier persona con dos dedos de frente puede hacerse estas preguntas: ¿Hay algún país del mundo que reconoce la soberanía de Marruecos sobre Sahara Occidental? No. ¿Hay algún país miembro de Naciones Unidas que reconoce la soberanía de Marruecos sobre Sahara Occidental? No. ¿Marruecos está presente en el territorio? Sí. ¿Cómo se llama esto en el derecho internacional? Ocupación”.

Abdeslam termina de responderse, abre las manos y levanta los hombros.