A propósito de la estafa cripto de Milei: ¿Conviven la ética y la economía?
Los acontecimientos que conocimos el último fin de semana respecto a la llamada “Cripto estafa” o Caso $LIBRA, generó una conmoción informativa con alcances políticos, económicos, judiciales y éticos.
Entiendo que no vale la pena repetir el relato de los hechos para ir directo a entender hasta dónde lo ocurrido es una mera jugada tramposa del mundo cripto o es la consecuencia de una concepción particular de la ética y la ciencia económica.
Creo que en primer lugar debemos mirar quién genero el tsunami. Sin dudas, en este escándalo de alcance internacional el responsable es el Presidente de la Nación. No resulta trivial la identificación del responsable. Lo resalto por dos motivos. Primero, por su cargo: Presidente de la República Argentina; segundo, por ser -como el mismo se define- un anarco capitalista o libertario y economista de profesión.
Veo en esta identificación el problema medular de lo sucedido. Milei es, ante todo, un anarco capitalista-libertario-economista y después el presidente de los y las argentinas. Y este orden de prioridades del titular del Poder Ejecutivo, es el que define su manera de actuar. Para el libertario que llegó a la máxima magistratura para destruir el Estado desde adentro, lo único importante es el libre accionar de los privados.

En este sentido, el dogmatismo fanático de Milei se sostiene en la mirada de algunos pensadores liberales, entre ellos Milton Friedman (Premio Nobel de Economía en 1976) descartando y denostando miradas alternativas.
Milton Friedman se pregunta: “¿Los ejecutivos de una corporación pueden estar justificados en defender la idea de la responsabilidad social de la empresa de la cual son agentes?”. Su respuesta es negativa. La función de las empresas es producir ganancias sostenidas de alto nivel. Para el Nobel, tocayo de uno de los perros del Presidente, los hombres de negocios que pretendieran defender la idea de una responsabilidad social de sus empresas serían “títeres involuntarios de las fuerzas intelectuales que han estado socavando las bases de una sociedad libre, predicando el socialismo puro y sin adulterar”.
Dicha afirmación habilita casi cualquier comportamiento de las corporaciones, y por extensión de los individuos, para buscar “ganancias sostenidas de alto nivel”, sin importar los medios utilizados. Recordemos que -avalando esto- Milei llegó a designar públicamente como “héroes” a los evasores fiscales y fugadores de divisas.
Esta mirada, sumada al desprecio del Presidente por el Estado, justifica evitar cualquier tipo de intervención estatal que afecte el objetivo sagrado de la actividad privada: generar ganancias/utilidades/beneficios.
Sabiendo, obviamente, que son personas las que toman las decisiones en las empresas y en la economía, la postura de Friedman sólo se sostiene con personas que piensen que la economía es éticamente neutral.
La pregunta que debemos hacernos es si la ciencia económica realmente se sostiene en estos principios o existen otras visiones.
La respuesta es un rotundo Sí. Del otro lado nos ubicamos quienes creemos que, como toda ciencia humana-social, la economía no puede estar exenta de juicios de valor.
Los economistas tenemos valores éticos que definen nuestra manera de analizar, abordar y definir la ciencia que nos ocupa. Del mismo modo, los agentes económicos tienen valores que definen su comportamiento y el desempeño de su actividad.
Los políticos, que no son extraterrestres, también tienen valores éticos que definen las acciones de gobierno y de las instituciones de las que son responsables.
No podemos dejar de lado el hecho que la ciencia económica, antes llamada Economía Política, intenta explicar las consecuencias que ciertas decisiones o medidas, tienen en la vida de la gente. ¿Cómo podríamos tomar decisiones que afectan la vida de la gente sin considerar la ética en nuestro accionar?
Volviendo a la estafa cripto, la visión libertaria del Presidente, quien considera la economía como una ciencia éticamente neutral, no le permite imaginar que haya cometido un delito ni que haya incumplido con la ley de Ética Pública (Ley 25.188). Que Milei esté convencido de eso lo torna aun más peligroso de cara al futuro. ¿Por qué no volvería a hacerlo?