Feminismos y Adolescencias: Un libro para pensar y hacer un feminismo popular e interseccional
Feminismos y adolescencias (Editorial Raíces) es una obra colectiva compilada por Carla Elena y Joana Rowinski, quienes también son autoras junto a Lorena Olivares, Alejandra Gómez Esquivel, Carla Gordin, Victoria Capdevila, Daniela Lasalandra, Julieta Inza, Leila Duer, Mariela Van Vliet, Patricia Smit y Paula B. Squassi. El volumen tiene ilustraciones de Laura Jaite y un prólogo de Laura Velasco. Aquí reproducimos el texto de Velasco quien afirma que el libro “nos invita a pensar y a hacer un feminismo popular e interseccional no para sino con las niñeces y adolescencias, sabiéndolas sujetxs de derecho. Los textos nos acercan aportes teóricos y de la praxis profesional en el abordaje de las violencias desde una perspectiva preventiva y cuestionadora de la estructura patriarcal que sostiene nuestra cultura sexista, y nos brindan herramientas para acompañar el crecimiento de personas libres para una sociedad más libre, justa e igualitaria.”
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Por Laura Velasco
Es el 3 de junio del año 2015, mi hija menor es estudiante secundaria, tiene 16 años y se suma a la multitudinaria, intergeneracional, iracunda y potente marcha por el “Ni una menos”. Un huracán feminista desatado por el femicidio de una adolescente, Chiara Páez, de 14 años, embarazada, asesinada por su novio y enterrada en el jardín. Cada 30 horas una mujer muerta víctima de violencia de género, femicidios, trans y travesticidios cotidianos. El crimen de Chiara, como el de Lucía Pérez o Micaela García, movilizan a una sociedad que se espanta cuando matan a una piba. Pero son las pibas las que más participan, muchísimas jóvenes, adolescentes, niñeces, que no quieren que su generación siga siendo víctima del machismo. Pero no sólo eso, no sólo no quieren ser víctimas, quieren ser libres.
Antes de ir a esa primera marcha del Ni una menos, mi hija me pide el pañuelo verde de la Campaña por el Aborto legal. Y me sorprende pidiéndome que la ayude a coserlo a su mochila. No entiendo mucho qué está pasando. Ese gesto fue profundamente revelador. En el 2015 muchísimas pibas se apropiaron del pañuelo verde, símbolo de la lucha histórica por el derecho de las mujeres al aborto legal, y lo llevaron consigo a todos lados como bandera de liberación.
Fueron muchas de esas adolescentes las que inundaron las marchas de mechones violetas, piercings, tatuajes, letras de rockeras, fulbitos, las que inventaron el lenguaje inclusivo con la e, las que tomaron escuelas para reclamar por la educación sexual integral, las que rejuvenecieron el feminismo, las que hicieron crecer la marea verde hasta que fue imparable. La revolución de las pibas. Hacer feminismo junto a esta generación impertinente es una oportunidad histórica. Una camada un poco hija de la ESI, que desafió a las instituciones escolares por prohibirle sólo a las pibas usar musculosas o shorts, que empujó el corpiñazo y el tetazo rompiendo prejuicios, que cuestionó estereotipos de belleza corporal, que escrachó y canceló a sus pares, pero después revisó esa práctica para empezar a interpelar a los varones, que abrazó a las disidencias, a las transiciones, a no definirse en el binarismo. Esa energía única para transformarlo todo, es aliada de todes quienes militamos la ESI y desde la educación, la salud, el derecho, somos parte de espacios interdisciplinarios en los que trabajamos para cambiar la cultura patriarcal que por siglos nos dejó en subordinación a mujeres y disidencias, con derechos restringidos, desigualdad de trato y sufriendo violencias.
Este libro, Feminismos y adolescencias (Editorial Raíces), nos invita a pensar y a hacer un feminismo popular e interseccional no para sino con las niñeces y adolescencias, sabiéndolas sujetxs de derecho. Los textos nos acercan aportes teóricos y de la praxis profesional en el abordaje de las violencias desde una perspectiva preventiva y cuestionadora de la estructura patriarcal que sostiene nuestra cultura sexista, y nos brindan herramientas para acompañar el crecimiento de personas libres para una sociedad más libre, justa e igualitaria.
“Repensando nuevos mandatos para nuevas masculinidades”, de Lorena Olivares, se centra en el cuestionamiento a los mandatos de la masculinidad patriarcal proponiendo desnaturalizar privilegios y relaciones de complicidad machista como cultura de opresión y violencia. Tener poder y negar las emociones, ser proveedor, asumir la paternidad y la heterosexualidad obligatorias, la racionalidad, la furia física, la caballerosidad y la asunción de riesgo como identidad impuesta por la sociedad patriarcal que niega diversidad de masculinidades. Cuando se cumplen tres años del feroz crimen de Fernando Báez Sosa y transcurre el juicio al grupo de jóvenes rugbiers que le patearon la cabeza coreando “negro de mierda”, no podemos tomar distancia etiquetando a los autores como monstruos, sino como hijos sanos de un patriarcado que se reproduce en prácticas culturales machistas, racistas, clasistas, que sostienen luego las violencias extremas. El texto siguiente, “Violencia de Género en las Adolescencias”, inicia con una pregunta. Alejandra Gómez Esquivel cuestiona la pertenencia al mundo adulto de la violencia de género para abogar por una agenda pública que incorpore la especificidad de las violencias en las adolescencias: noviazgos violentos en los que las situaciones abusivas o el maltrato se naturalizan con el mito del amor romántico o las dificultades para la construcción de la identidad de género con el peso de los estereotipos, los mandatos y las asimetrías de poder.
En “Violencia de género, un ciclo complejo de quebrar”, Carla Elena trae la voz de Adriana Amparo Guzmán Arroyo, y con ella las voces del feminismo comunitario antipatriarcal boliviano, críticas a los límites del feminismo blanco. Voces migrantes, aymaras, guaranís, quechuas, mapuches, que crecieron en intensidad hasta que el Encuentro Nacional de Mujeres en Argentina pasó a ser en 2022 Encuentro Plurinacional y Transfeminista. La sexualidad se representa como territorio a descolonizar y a despatriarcalizar, asumiendo placenteramente la pluralidad de los erotismos y disputando la hegemonía de sentidos y significados al pensamiento eurocéntrico. La autora recorre hitos del feminismo argentino como movimiento político con sus victorias en legislación y política pública como la ESI para terminar con una pregunta desesperada que da cuenta de todo lo que falta ¿Por qué nos siguen matando?
En “Con vivencias escolares”, Carla Gordin y Victoria Capdevila escriben desde las experiencias en los Equipos de Orientación Escolar en la secundaria para reflexionar acerca de la convivencia entre adolescentes y adultxs en el ámbito escolar como lugar clave de subjetivación. Las autoras se posicionan en la búsqueda de establecer lazos desde la escucha activa y desprejuiciada, ofreciendo espacios de confianza y referencia para valorar las emociones y dar respuesta al conflicto desde la palabra. Piensan la ESI como una oportunidad de desafiar desde la perspectiva de género y su mirada crítica los límites de lo instituido hacia sexualidades autónomas, plenas y placenteras. Por ahí va el texto “La invención del chineo como costumbre”, de Daniela Lasalandra, sobre la práctica naturalizada de la violación a niñas y mujeres indígenas por parte de varones criollos en el norte y otras regiones rurales argentinas. El chineo persiste desde la época colonial con un halo costumbrista sin que la justicia ni ningún poder del Estado intervenga para detenerlo, posee un sentido simbólico de opresión de clase, etnia, raza, género y etaria sobre los cuerpos y territorios. Es la América india dominada, colonizada y violada por siglos.
Joana Rowinski en “Disculpen las molestias, nos están matando” reflexiona sobre la política sexual del asesinato de millones de mujeres en la quema de brujas en los inicios del capitalismo y su continuidad en los femicidios de nuestro presente. Pone el foco en la violencia mediática e institucional judicial en el trato desigual a una mujer víctima respecto de una victimaria, en la revictimización y en la lectura de la violencia como disciplinamiento contra la rebelión de las mujeres que se resisten a ser objeto de dueñidad del varón. “Lo vital de la escritura en el Feminismo, y lo vital del Feminismo en escritura” es un texto de Julieta Inza que celebra al propio libro como una polifonía de encuentro para, desde la divergencia, escribir lo nuevo. Invita a poner en movimiento al feminismo, a sudarlo, a vivenciarlo desde los mundos que habitamos, desde la propia escritura como palabra gestante y desde la “mala lectura” como creación. A contramano de los roles femeninos en las novelas de tv o en los cuentos infantiles, la autora nos convoca a incluir nuestras fallas como en el cuaderno borrador de la infancia, para dar lugar a la propia implicancia, ampliar los bordes y dejar hablar a la voz extraña interior. Como en la escritura poética desde el extrañamiento, nos propone deconstruir los conceptos trillados para hacer vibrar a un feminismo vivo.
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En “El noviazgo violento en la adolescencia. Pautas para prevenirlo”, Leila Duer vuelve al concepto de patriarcado para comprender la reproducción de las relaciones de poder que sostienen el sistema de desigualdad sexual, y señala tipos, modalidades e indicadores de los vínculos violentos para trabajar en la prevención. En su capítulo, Mariela Van Vliet nos sorprende con el humor “La violencia no es el hipo… (No se va con el susto)” para desarrollar los ciclos del maltrato como un proceso de sometimiento a dinámicas violentas que requiere de un posicionamiento subjetivo para salir de los velos anestésicos y visibilizar las asimetrías del entramado social en la propia vida. El escrito de Patricia Smit, “Prevención de las violencias. La ESI como espacio de construcción y herramienta de deconstrucción en las pubertades y adolescencias”, se introduce en las consecuencias de la pandemia sobre NNyA, no sólo dando cuenta de la gravedad extrema de una convivencia total con abusadores o agresores, sino describiendo los efectos en la salud mental para el conjunto de niñas, niños y adolescentes como un modo de sufrimiento epocal. Los extendidos síntomas de malestar, angustia o autolesiones que se manifiestan en la pospandemia, se explican en la imposibilidad de despliegue en el encierro y convocan a evitar la patologización para generar espacios áulicos de escucha para repensarse con la ESI desde la plasticidad de la ternura.
En “Feminismo popular y ampliación de derechos”, Paula Squassi levanta banderas del feminismo popular con heroínas de nuestra historia como Evita y las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo para enumerar la ampliación de derechos políticos, sociales, económicos, gremiales, sexuales y reproductivos que mujeres y disidencias conquistamos avanzando con la distribución del tiempo, la riqueza y el poder en un sentido de justicia social y sexual. Los textos se encuentran unos con otros en la búsqueda urgente de descolonizar y despatriarcalizar cuerpos y territorios. Entonces se desarma la linealidad del índice, se construye una ronda. Las escrituras de estas mujeres dialogan entre sí, se encuentran y abren de nuevo el círculo para sumar a otrxs. Somos nietas de las brujas que no pudieron quemar, de las negras que no pudieron esclavizar, de las indias que no pudieron colonizar. Hijas de las Madres del pañuelo blanco y madres de las pibas del pañuelo verde. En este andar de generaciones en una misma lucha vamos haciendo historia con las nuevas para alumbrar tiempos más felices.
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Laura Velasco es educadora y feminista. Maestra de grado, Licenciada y Profesora en Letras. Con experiencia en Educación Popular, Educación Sexual Integral, Políticas Públicas y Economía Social. Integra el Parlamento de las Mujeres de la Legislatura porteña y es dirigenta nacional de Somos Barrios de Pie. En gestión pública fue Coordinadora de regiones del Programa Nacional de Alfabetización, Directora Provincial de Educación y Trabajo, y de Educación de Adultos en la Provincia de Buenos Aires. Representó como Consejera al sector de la Economía Social en el Consejo Económico y Social de CABA. Como Legisladora porteña (2019-2023) presidió la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud, y la de Políticas de Promoción e Integración Social.