miércoles, septiembre 18, 2024
Nacionales

Macri en el país de las maravillas

“De modo que ella, sentada con los ojos cerrados, casi se creía en el país de las maravillas, aunque sabía que sólo tenía que abrirlos para que todo se transformara en obtusa realidad”. (Lewis Carroll)

Jorge Montero/El Furgón – Tras un mes de intensa conmoción social, el gobierno de Mauricio Macri intenta recuperar la iniciativa de cara a las elecciones legislativas del 22 de octubre que dominan el escenario político nacional. Se reúne con Donald Trump, derrota al gremio docente, celebra con facciones sindicales peronistas el 1 de mayo, mientras ataca a Venezuela en todos los foros internacionales.

Macri Vidal

En busca de la iniciativa política

Al mismo tiempo que Argentina atravesaba un período de paros y movilizaciones que desembocaron en la huelga general del 6 de abril, el gobierno de Cambiemos arremetía contra el gremio docente.

La incapacitada dirigencia sindical de los maestros, acostumbrada durante 12 años a recorrer los pasillos de la Casa Rosada aplaudiendo, cuando desde allí se argumentaba que “los docentes tiene jornadas laborales de cuatro horas y tres meses de vacaciones”, llevó a la quiebra el conflicto nacional con el que pretendió doblegar al gobierno.

¿Contempló en su estrategia el Frente Nacional Educativo la dureza demostrada por Macri y María Eugenia Vidal, mientras con su conducta contribuía a la desconfianza y potenciaba el desánimo entre maestras y maestros?

Ahora parecen sorprendidos por la respuesta gubernamental, mientras que la instalación de la “escuela itinerante” semejó más a una fuga hacia adelante -en su afán de autopreservación-, que un paso firme en el combate por la defensa de la educación pública a la par del salario docente.

Macri docentes

El hecho es que el presidente y la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, a esta altura, parecen haberse anotado una victoria política de magnitud en su plan de avanzar en la precarización y mercantilización de la docencia; además de propinar un escarmiento a todo el sindicalismo exhibiendo la derrota de los maestros como una poderosa herramienta de disciplinamiento para el conjunto de los trabajadores.

Asimismo, Macri continúa astillando la columna vertebral del peronismo. Celebró junto a varios gremios el 1 de mayo en un acto en el microestadio del club Ferro Carril Oeste, otrora punto de reunión de organizaciones combativas y de izquierda. Fue invitado por el Partido Fe -que conduce el sindicalista rural Gerónimo Momo Venegas, de estrecha relación con el Papa Francisco-, por más de 47 sindicatos que no acataron el paro del 6 de abril (Uatre, Vidrio, Caucho, Sutep, taxistas disidentes, entre otros) y las denominadas “62 Organizaciones”.

Una banderola con la inscripción “Peronismo con Cambiemos” decoraba el escenario, mientras que a ambos lados sendas gigantografías de Perón y Evita daban cuenta de la atmósfera que reinaba en esta verdadera “fiesta del trabajo”.

Macri 1 de mayo

Un Venegas efusivo, en un exceso de optimismo, llamó “compañero Macri” al presidente. El mandatario retribuyó en su discurso citando: “Ya un señor dijo hace muchos años que la estrella polar de un país tiene que ser la productividad, y ese señor fue Juan Domingo Perón”.

El inefable Momo propuso un acto “constructivo y esperanzador” junto al presidente Macri para “sacar el país adelante”, mientras aleccionaba a sus congéneres cegetistas: “Nosotros no hacemos choripanes, hacemos actos y los trabajadores comen en sus gremios y van comidos al acto”.

Dio pena y vergüenza escuchar el discurso de Juan Carlos Schmidt, único orador en el evento conmemorativo encabezado por la CGT. A puertas cerradas, en el estadio de Obras Sanitarias, tras el malogrado acto masivo del 7 de marzo y la convocatoria al “paro matero” del pasado 6 de abril, una recluida cúpula cegetista se mostró una vez más dividida, impotente y aferrada únicamente a la defensa de sus corrompidos aparatos.

En su alocución desarticulada, vacía, Schmidt reflejó la fractura irreparable que corroe al peronismo de cara al acto electoral de octubre.

No fueron diferentes los discursos en el acto de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) frente a  la  carpa docente. Dominada por la fracción integrada al “kirchnerismo”, como si no hubiesen tenido responsabilidad alguna en la situación de desmovilización del movimiento obrero mientras el país acumulaba un tercio de la población bajo el nivel de pobreza, ahora sus directivos pretenden mostrase como adalides de las luchas contra el plan de saneamiento del gran capital encabezado por Macri.

Macri CTA

Un panorama desolador que no hace más que exponer las razones de la contradicción insalvable entre el generalizado reclamo económico de la población y el abrumador rechazo de los trabajadores a los actuales aparatos sindicales, lanzados a conseguir algún lugar en las listas electorales digitadas por diferentes fracciones del capital.

Algo análogo ocurre con las organizaciones políticas ubicadas en el amplio espectro de las izquierdas, que dominadas por un electoralismo revestido de lenguaje combativo, subordinan su accionar a la búsqueda excluyente de bancas legislativas.

En lugar de explicar sin desmayo la naturaleza de la crisis que azota al país, atribuida a la perversión de Macri y no a la lógica intrínseca del sistema; insistir en la necesidad de la unidad social y política de las grandes masas; defender la construcción de un gran frente antimperialista continental; parecen afirmar un camino que lleva hacia una reedición histórica del reformismo que a mediados del siglo XX devoró a los partidos socialista y comunista.

Envalentonado por estos fuegos fatuos, que incluyen la capacidad demostrada al convocar el sábado 1 de abril una significativa concentración de alcance nacional, el gobierno nacional junto a una facción peronista envió  al Congreso un proyecto de ley para acabar con los cortes de calles y los manifestantes encapuchados -“una orgía pública de piquetes y huelgas” según el matutino La Nación-. Montándose  sobre el reclamo de amplios sectores de la sociedad, Cambiemos profundiza su política de contención del conflicto social.

Todavía con espacio discursivo, apoyándose en la implosión del Partido Justicialista (PJ), y la inexistencia de una alternativa visible desde posiciones anticapitalistas, queda como probabilidad cierta la victoria del bloque gobernante de cara al acto electoral de octubre.

Macri marcha contra 2 x 1

Si llegara a lograr este objetivo, con certeza iniciará una nueva fase económica con centro en la reducción del gasto público. “Tengo que cerrar un agujero fiscal de 500.000 millones de pesos”, se sinceró Macri en una de sus habituales reuniones empresarias. Está muy claro quiénes lo van a solventar.

Sin dar tregua y con la pretensión de machacar sobre caliente, el gobierno nacional -impulsor del negacionismo frente al terrorismo de Estado- y la tenaza que conforman el Poder Judicial y la Iglesia, vuelven a la carga con una amnistía para los crímenes de lesa humanidad, disfrazada de “reconciliación nacional” por los obispos de la Conferencia Episcopal, e instrumentada con el beneficio del 2×1 para liberar secuestradores, torturadores y asesinos, aprobado por la Corte Suprema.

La operación política, apoyada en una pertinaz campaña de los medios de prensa hegemónicos, sin embargo colisionó de frente con las reservas democráticas que continúan latiendo en el seno del pueblo argentino. Y multitudinarias movilizaciones a lo largo del país empujaron la intentona por el despeñadero.

Ya en plena batalla electoral son otros los problemas que desvelan, sin embargo, la agenda de Cambiemos. Su política no consigue traccionar al país del pantano en que se encuentra, continúa debatiéndose entre el endeudamiento insostenible, el aumento en flecha del déficit fiscal, una persistente inflación y la falta de inversiones. Un cóctel explosivo de enormes consecuencias en el mediano plazo. 

Entre Limones, Corea del Norte y Vaca Muerta

El presidente argentino viajó a Estados Unidos en procura de legitimidad internacional, con la pretensión de jugar un rol protagónico en América Latina encabezando la ofensiva contra Venezuela, y buscando además que la Casa Blanca afloje la cuerda al cuello de la economía argentina, para que su afanoso aliado suramericano pueda mantener la gobernabilidad y evitar que la caída económica preludie un colapso político.

Macri Trump 1

Macri pretendía volver de su visita a Donald Trump con compromisos de inversiones por 20 mil millones de dólares para la extracción de shale-gas en los yacimientos de Vaca Muerta. Los resultados fueron mucho más modestos.

Tras la visita  a la planta de Dow Chemical –entre otros prodigios productora del “agente naranja”, principal componente del Napalm-, el mandatario argentino se trasladó a la instalación industrial que está emplazando Tenaris en Bay City, cerca del Golfo de México, donde producirá tubos sin costura para la industria petrolera. Del brazo de Paolo Rocca, CEO del grupo Techint,  Macri recorrió la planta que será inaugurada en pocos meses más y que generará 600 puestos de trabajo en Houston y otros 500 de forma indirecta. La inversión demandó del holding, con centro financiero en Luxemburgo, un desembolso de 1.800 millones de dólares. “Es la inversión Argentina más grande en Estados Unidos” se solazan los directivos de la multinacional.

En la localidad bonaerense de Campana, donde el grupo multinacional es dueño de Siderca, que tiene casualmente a Estados Unidos como principal destino de sus exportaciones de tubos de acero sin costura, la noticia no fue recibida con tantas muestras de alegría. En los últimos dos años se perdieron más de 1.500 puestos de trabajo producto de la crisis del sector petrolero. Hoy unos 3.000 trabajadores del holding -entre propios y contratistas- están sufriendo las consecuencias de suspensiones rotativas con el cobro del 70% del salario básico.

La política de seducción al capital se complementó con un almuerzo en Houston ante la presencia de 200 empresarios petroleros, ejecutivos de bancos y fondos de inversión y el gobernador de Texas, Gregg Abbott.

Macri empresarios

Allí el presidente Macri desgranó el acuerdo multisectorial alcanzado entre su gobierno, la provincia de Neuquén, las empresas hidrocarburíferas y el sindicato petrolero presidido por el senador Guillermo Pereyra, quien lo acompañó en su gira.

Disminución del costo laboral en 25%, además de cláusulas de productividad, junto al precio sostén para el gas extraído de los yacimientos no convencionales, fueron las principales cartas que pudo exhibir el mandatario, mientras requería de los capitalistas venir a asociarse, ya que Argentina es “uno de los dos o tres países de mayor potencialidad de crecimiento del planeta”.

Se comprometió, además, a impulsar la reducción de los aranceles de importación para maquinaria usada de extracción de hidrocarburos, del 35 al 7 por ciento, que favorecerá la llegada al país de equipos que cayeron en desuso en la cuenca Eagle Ford, en Texas, compartida por Estados Unidos y México, ante el desplome de los precios internacionales del petróleo.

“Yo le hablaré acerca de Corea de Norte y él me hablará de los limones”, ironizó Trump sobre el espíritu con el que ingresaba a la reunión privada con Macri, con quien compartió negocios inmobiliarios y tropelías  varias hace casi tres décadas.

Aun así, el cruce de elogios entre los mandatarios fue conmovedor. Mientras Trump aseguraba que Macri “será un gran presidente” y que ambos países están en camino a ser “mejores amigos que nunca”, el mandatario argentino, seguramente sacudido por su estancia en el mítico Salón Oval, solo atinaba a repetir: “Fue un encuentro maravilloso”.

Macri USA

En la declaración conjunta emitida luego del encuentro, los mandatarios pusieron de manifiesto su “compromiso continuo con la expansión del comercio y las inversiones”. Sin embargo no se alcanzó acuerdo alguno sobre los temas comerciales que preocupan a la Argentina, y más allá del levantamiento de las restricciones para el ingreso de limones -con potencial de venta de unos 50 millones de dólares-, continúa paralizada la exportación de biodiesel por la cual peligran 1.200 millones de dólares anuales, un golpe demoledor para la agroindustria argentina.

El raquítico intercambio comercial entre los dos países tampoco tiene miras  de ampliarse, y mucho menos de revertirse el déficit de la balanza comercial, que arrojó una pérdida de 2.502 millones de dólares en 2016 para nuestro país, según el Indec.

El peregrinaje del presidente argentino en busca de capitales continuará. Ahora es el turno de Emiratos Árabes Unidos, China y Japón. Con frustración, Macri advierte a diario cómo la lluvia de inversiones y los brotes verdes son reemplazados por frutos yermos, secuela de una persistente sequía económica.

La protocolar declaración de Washington no se priva de dedicar duras palabras a la crisis venezolana en el único tema internacional mencionado, al señalar que ambos mandatarios manifiestan su “fuerte preocupación por la deteriorada situación en Venezuela”, mientras acuerdan “trabajar estrechamente para preservar las instituciones democráticas en ese país”. Gestos de firmeza luego amplificados por Macri en diferentes contactos con la prensa. Con su habitual locuacidad, el presidente argentino afirmó que el país bolivariano “no es una democracia (…) Hay prisioneros políticos, no respetan la independencia del Congreso. Tenemos que pedir elecciones y la liberación de prisioneros. Necesitamos un gobierno democrático en Venezuela. Y el día después será muy duro”.

 Macri Trump 2

Venezuela: “Cómo un pulso que golpea las tinieblas”

Pocas voces en nuestro país salieron al cruce de esta tortuosa campaña internacional que pretende doblegar a la República Bolivariana de Venezuela. La brutal ofensiva de la oposición tutelada desde la Casa Blanca, criminal por sus métodos y propósitos antidemocráticos, encuentra en los gobiernos conservadores de la región su mejor defensa.

Cuando la situación política se aproxima a su inexorable desenlace, muchos de quienes se arrogan un pensamiento socialista, antimperialista y revolucionario, y deberían asumir el compromiso de la defensa de la Revolución Bolivariana, le sueltan la mano.

Mientras aspira a multiplicar la división popular impulsando la lucha fratricida, la oposición venezolana, restos putrefactos de las clases dominantes del Puntofijismo -Mesa de Unidad Democrática (MUD), cámaras patronales (Fedecámaras) y la iglesia (Conferencia Episcopal Venezolana)- cumplen con su trabajo de zapa: destrucción primero, para declararse vencedores sobre las ruinas después.

Su ideología se traduce a una ecuación reaccionaria: la revolución dependía de Hugo Chávez y de los precios del petróleo. Muerto aquel y derrumbados estos, el proceso bolivariano se agotó.

Macri Venezuela 1

El mismo pensamiento parece dominar a los autodenominados “movimientos sociales” en nuestro país. Quienes hasta ayer daban fe de chavistas, ahora abjuran presurosos para cobijarse bajo la sotana de la corporación vaticana representada por la jefatura de Jorge Bergoglio.

Su decisión de encolumnarse detrás de la estrategia de la iglesia, mientras despliegan un significativo trabajo social que incluye, contradictoriamente, una fuerte presencia en el movimiento de mujeres, forma parte de la correntada de entusiasmo que generó Francisco en el peronismo en retirada. Llegando al extremo de depositar en su sagrada figura, encabezando la institución más reaccionaria del planeta, la ilusión de un eventual enfrentamiento a la ofensiva “neoliberal”.

A poco de andar, liderazgos y prácticas van configurando estructuras que se instalan “como factor de poder”, para la negociación con el gobierno de turno. Cualquier proyección política queda confinada, entonces, al logro de conquistas corporativas que en ningún caso exceden la gobernabilidad capitalista, ubicándose en las antípodas de la estrategia del “socialismo del siglo XXI” encarnada por Chávez y la Revolución Bolivariana.

La escalada internacional, mientras tanto, no se detiene. El almirante Kurt Tidd, Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, termina de declarar ante el Senado de Estados Unidos: “…la creciente crisis humanitaria en Venezuela podría acabar exigiendo una respuesta nivel regional”.

Macri bases colombia

Las siete bases militares yanquis enquistadas en Colombia se encuentran en estado de alerta, mientras el presidente Juan Manuel Santos, demiurgo de los paramilitares y títere de la OTAN, muy suelto de cuerpo sostiene: “Hace 6 años se lo advertí a Chávez: la revolución bolivariana fracasó”.

Otro mandatario, el empresario peruano Pedro Pablo Kuczynski, cavila que “Estados Unidos se enfoca en aquellas áreas donde hay problemas… No invierte mucho tiempo en América Latina pues es como un perro simpático que está durmiendo en la alfombrita y no genera ningún problema”, mientras Venezuela pasa a ser la piedra en el zapato. Jactándose sin dejo de perplejidad que en sus conversaciones con Donald Trump “acordamos trabajar juntos para ayudar al pueblo venezolano y mejorar las instituciones democráticas”.

Ausente cualquier signo de decoro, el canciller de facto brasileño Aloysio Nunes Ferreira, juzga como un “golpe” el llamado a la Asamblea Constituyente. Mientras su par argentina Susana Malcorra, de prosapia radical, sostiene que la situación en Venezuela “es muy peligrosa”, advirtiendo que la convocatoria del presidente Maduro “pareciera que echa más nafta al fuego”. En tándem con su canciller, el presidente Macri, con sonrisa torva, dictamina que “se ha verificado que siempre hay un escalón más al infierno en Venezuela”.

Todos estos próceres latinoamericanos se alinean tras el papel sedicioso del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro. Hombre proveniente del Frente Amplio, ex ministro de José Pepe Mujica, quien lo catapultó a la jefatura del “ministerio de colonias” -como definiera el canciller cubano Raúl Roa a la OEA en la década de 1960-, ocupa el rol estelar entre los adversarios de la República Bolivariana.

Macri Almagro

Este pérfido personaje con aureola de hombre de la “izquierda democrática” denuncia que el gobierno venezolano está cometiendo “crímenes de lesa humanidad” con “el asesinato y la tortura por motivos políticos”, mientras exhorta a los países de la región a desplegar una cabeza de playa para la intervención, en una ofensiva que imagina definitiva: “No deben ser cómplices con un silencio irresponsable de los asesinatos y violaciones de derechos humanos por parte del régimen… que los venezolanos decidan su destino en elecciones generales anticipadas”.

El antimperialismo debería haber sido un punto de acuerdo entre las izquierdas y los progresismos continentales para defender la Revolución Bolivariana, pero no lo fue.

Las organizaciones que en nuestro país gustan presentarse a sí mismas como el flanco más lúcido y arrojado de las filas revolucionarias, campeonas del internacionalismo, optaron por emprender el camino de la acumulación electoral y se mostraron satisfechas por contar con un puñado de diputados en el Congreso.

En los momentos más difíciles es cuando Venezuela más sola se ha quedado.

Abril de 2017 desenmascaró la estrategia golpista: la contrarrevolución tratando de tomar las calles. Junto al desabastecimiento programado y la guerra económica, el caos social. Asesinatos, saqueos organizados, violencia y provocación contra las fuerzas chavistas, diputados llamando a la sublevación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), abrumadora campaña de desinformación de los grandes medios imperialistas. Así es como la derecha pretende manipular a las víctimas de su propia violencia, provocando un colapso que desencadene el desplome de la Revolución Bolivariana.

Macri Venezuela 3

Aquello que Marx describiera en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte para el París de 1852: “…y comprenderemos que, en medio de esta confusión indecible y estrepitosa de fusión, revisión, prórroga de poderes, Constitución, conspiración, coalición, emigración, usurpación y revolución, el burgués jadeante, gritase como loco a su república parlamentaria: ¡Antes un final terrible que un terror sin fin!”, se ajusta como anillo al dedo a la estrategia opositora en tierra venezolana.

Seguramente el izquierdismo vernáculo habrá sacado conclusiones opuestas, al reclamar de la revolución “respeto a las libertades democráticas” condenando “la represión estatal”, mientras cubre con un halo de piedad a las bandas fascistas -“carácter controversial de la oposición”- que asolan Venezuela, refrendando las peores argumentaciones de la contrarrevolución.

En medio de sus miserias pasan por, como alguna vez señalara Rodolfo Puiggrós, “inspectores de revoluciones ajenas”. Hace mucho tiempo que han decretado, al margen de la lucha diaria del pueblo bolivariano, que la revolución ya está muerta. Ahora se han dado a la tarea de ayudar a enterrarla, en la imbécil expectativa que esa derrota -que sería antes que nada la de las masas, no sólo venezolanas, sino también las de la región- abrirá paso, por fin, al crecimiento de sus espacios políticos.

No hay debate posible entre un intento de transición al socialismo acosado por la contrarrevolución y una reedición pálida y tardía del reformismo electoralista.

Venezuela tiene su propio laberinto. El arma de la crítica -inseparable de toda política revolucionaria e imprescindible frente a los múltiples claroscuros de esta fase del proceso bolivariano- no puede transformarse en un velo que limite la visión de las tendencias enfrentadas en la tierra venezolana.

Macri Venezuela 4

Resulta innegable que el desarrollo de la conciencia política entre los asalariados y el pueblo pobre en estos años de revolución, impide que se plieguen al discurso de la derecha y resisten, aun cuando estén afectados por el deterioro de los ingresos causado por la inflación o sean muy críticos con la burocracia oficial. Este es el único fundamento que explica el fracaso de la oposición en su expectativa de impulsar un estallido social, que no se produce.

León Trotsky decía: “El carácter científico del pensamiento consiste en su armonía con el proceso objetivo y en su capacidad para influir en él y dirigirlo”. Allí y ahora, estas fuerzas objetivas de la lucha de clases indican que la posibilidad de derrotar al capitalismo local y a su mandante imperialista pasa por cerrar filas con el gobierno de Maduro manteniendo la unidad del chavismo, y no por debilitarlo abriendo mayores espacios aún a la derecha contrarrevolucionaria, que no disimula su intención de aniquilar el proceso de la Revolución Bolivariana tras el ineludible baño de sangre.

Buenos Aires juega un rol de avanzada en la operación en curso que, mediante alguna remanida fórmula, abra paso a Estados Unidos para adueñarse del control político y la riqueza petrolífera venezolana.

Cuando las izquierdas defeccionan y se pospone sin fecha la lucha contra el capitalismo. Cuando todo se limita a reformas, aumentos salariales, mayor capacidad de consumo, más legisladores en el Congreso. Macri y Cambiemos encabezan un ensayo que pretende mostrar que el capitalismo es capaz de resolver los graves y urgentes problemas sociales que acosan a los pueblos latinoamericanos, mientras aspiran a barrer hasta la última brizna del proceso revolucionario que recorre la región.

Urge a la Casa Blanca que la ofensiva contra la Revolución Bolivariana tenga éxito. Washington necesita, acosado por su propia crisis, esgrimir la supuesta inviabilidad de cualquier gobierno que se aparte de su tutela. Va en ello el curso estratégico de la región por todo un período.

Es inseparable el destino de Venezuela de la suerte de las masas del continente, su resistencia y la perspectiva socialista para América Latina, y por ende la evolución política del gobierno de Mauricio Macri en Argentina.